Estudiando un curso en línea sobre seguros de vida del Instituto Kaplan, he vuelto a comprobar la calidad de las entidades que se dedican a este tipo de entrenamiento en los Estados Unidos. La primera vez fue hace años con la certificación para el Series 65, la más básica para trabajar en el mercado de valores en esa nación, pero esa vez con manuales y un libro de exámenes de práctica.  En ese tiempo también adquirí los correspondientes al Series 7 y los estudié, sin la presión de tomar la prueba porque ese es uno que requería ser postulado por una empresa del sector.

Los manuales eran y son una joya para estudiar.  Se descargan en pdf o se leen en línea con una claridad de exponer conceptos que es un reto superar o apostar a ganar con amplio margen. Recuadros para recordar lo más importante, pruebines al final de las secciones y un resumen de repaso de cada  capítulo que llaman “cram sheet”.  Recomiendan estudiar estos resúmenes antes de tomar las pruebas de práctica, sean de los  exámenes simulados o el de la certificación del curso, que algunos estados exigen como requisito. 

Kaplan sugiere el método P-P-P para tener éxito: “Prepare-Practice-Perfom”.  Para practicar, este curso de seguro de vida tiene 890 preguntas que se distribuyen proporcionalmente a su importancia en la prueba para optar por la licencia de productor/agente, en el estado se piensa fijar residencia, y de acuerdo a lo que informa el regulador de la industria. El participante tiene la opción de tomar pruebas de una sección, de algunas o de todas, seleccionando el número de preguntas y la casilla para esperar el resultado al final de la prueba o ver la respuesta en cada intento.  Es posible, y es interesante para hacer ajustes, comparar el promedio de los resultados propios con el de todo el grupo que está tomando en línea el curso. 

Estos proveedores de contenido educativo han tenido éxito en lograr una alta proporción de candidatos que pasan en su primer intento.  Por eso ofrecen hasta garantías de devolución de dinero en caso de reprobar cumpliendo un requisito elemental: aprobar el examen final del curso en línea unos pocos días antes de tomar el examen oficial del regulador.  Claro, esto es posible porque las pruebas se realizan con una metodología que busca incorporar preguntas donde los aciertos siguen una distribución probabilística normal. 

Es que los reguladores y la industria están claros y en sintonía con las competencias que requieren para los agentes. Ninguno aspira a que la prueba sea un indicador de conocimiento de las leyes o fundamentos del seguro que permita al candidato sugerir jurisprudencia en retrocesión o calcular déficit actuarial en programas de retiro con beneficios definidos.  Los reguladores, en general, han tercerizado el diseño y la administración de estos exámenes a entidades capaces de hacer una prueba cumpla ese objetivo: ni tan sencillo que se pase estudiando el día antes, ni tan complejo requiera el esfuerzo de un cuatrimestre en estudio de grado.

En sus inicios, el examen de corredor de valores, lamentablemente, no se aprovechó de esa experiencia internacional. El regulador decidió hacer sus propios exámenes y con distancia de los puestos de bolsa, responsables del desarrollo del mercado de valores. Crearon por un tiempo una casa del terror, con un porcentaje de aprobación absurdo.  Las cosas cambiaron al abordar la situación con los regulados, contratar una entidad educativa que desarrolló un manual con cuaderno de prácticas y apoyó en el diseño de preguntas para probar razonamiento lógico, no la capacidad de memorizar.  La experiencia será provechosa ahora que se tendrán contenidos nuevos con los cambios en el marco regulatorio. Quizás lo tome para comprobar esos avances. También por aquello que aprender otro idioma, tocar un instrumento musical y tomar exámenes son recomendables veinte años antes de entrar en la tercera edad (usando la definición del término que Don Pepín ofrece en charlas magistrales).