El confinamiento de los que queremos sobrevivir a la pandemia nos ha obligado a recurrir a las series de Netflix. Por curiosidad histórica, he visto Age of the Samurai: Battle for Japan (La Era del Samurái: la batalla por Japón) y The last Kingdom (El último Reino). Ambas, sobre la etapa de formación de la identidad nacional de cada estado-nación según la modernidad a definirse varios siglos después en Westfalia. El proceso  vikingo se sitúa luego de la caída de Roma, mientras que el japonés en la Guerra Civil de 300 años de donde surge el Shogum o Dictador Militar, Tokugawa Ieyasu, en el siglo XVI.

::::::::

Japón, 1551. Provincia de Owari. El señor feudal (llamados en Japón “daimios“) Oda Nobuhide muere. En su pequeña y olvidada provincia, surgen las dudas acerca de quién va a ser el sucesor. Su hijo, Oda Nobunaga, termina alzándose por encima de sus contrincantes, incluso asesinando a su hermano, para quedarse con el poder. Así comienza Age of Samurai: Battle for Japan, de la mano de Oda Nobunaga y su incipiente carrera como daimio y figura de enorme poder en la historia japonesa.

De la mano de historiadores y algunas recreaciones de momentos decisivos de la historia, la nueva docuserie de Netflix nos guía a través de más de 100 años de historia, empezando por Oda Nobunaga, contándonos acerca de sus batallas, sus rivalidades, quiénes lo traicionaron en el camino y quiénes terminaron siendo aliados, etc. Junto a su poderío, vemos crecer también a la figura de los samuráis, que si bien en un principio no estaban del todo bien vistos, junto a Nobunaga crecieron hasta convertirse en los guerreros más esplendorosos de Japón. Por supuesto, luego del periodo de Nobunaga, el documental le deja paso a otras figuras históricas de Japón como por ejemplo Toyotomi Hideyoshi, uno de sus generales más fieles quien, luego de vengar a su daimio, subió al poder y también, claro, Tokugawa Ieyasu, quien fue el que inició, luego de más de un siglo de guerra civil, lo que se conoce hoy día como el shogunato Tokugawa.

La docuserie de Netflix revisa un tiempo interesante de la historia japonesa. Desde el principio vemos esta sucesión de hombres en el poder que intentan sumir al país bajo su dominio, enfrentándose unos a otros, sacándole el jugo a las ventajas que encuentran en el camino (ya sean condiciones climáticas, de terreno o avances tecnológicos) y poniendo a prueba su propia sagacidad y astucia para superar a sus rivales. Todo en nombre de la unificación de Japón, que desde hacía largo tiempo se encontraba dividida entre el poder de todos estos hombres feudales que, por lo que vemos, encontraban muy difícil sentarse a hablar y a encontrar puntos en común.

Como decíamos anteriormente, la docuserie se sirve del relato de historiadores y de la recreación de momentos claves de la historia. Sin embargo, el relato de los historiadores se termina volviendo monótono (todas las batallas son las más decisivas de la historia, todas son una masacre, etc.) y las recreaciones, casi sin diálogos, son solo una sucesión de samuráis blandiendo sus katanas sin ton ni son.

Age of Samurai: Battle for Japan era una propuesta interesante que podía profundizar en uno de los periodos más interesantes de ese país, desnudando costumbres y cultura no solo de los guerreros, sino de todo Japón. Sin embargo, la  docuserie de Netflix, aunque provee una línea de tiempo ordenada, no logra estar a la altura de la relevancia de esos hechos y, probablemente, pase sin pena ni gloria por aquellos que se decidan a verla  El sitio oficial de la saga japonesa es el siguiente  Website: https://www.netflix.com/do/title/80237990

::::::::

Por el otro lado, la historia escenificada en Bretaña comienza en el año 852 y muchos de los reinos separados de lo que ahora se conoce como Inglaterra han caído en manos de los invasores daneses, dejando al gran reino de Wesser solo y bajo el mando del rey Alfredo el Grande. Durante este tiempo, el Lord Uhtred, un noble sajón, es asesinado por los daneses y su hijo Uhtred de Bebbanburg, es capturado y criado como un danés. Pronto se ve obligado a elegir entre el país de su nacimiento y la gente que lo crio, por lo que su lealtad será probada.

En la búsqueda para reclamar su derecho de nacimiento, Uhtred deberá seguir un camino peligroso entre ambas partes si quiere tener un papel en el nacimiento de una nueva nación y así lograr recuperar su territorio ancestral. Estos episodios cubren el deterioro de la salud del rey Alfred, según reportes, "mientras intenta asegurarse de que su visión feroz de un Wessex cristiano y sajón como parte de una nación inglesa estable lo sobrevivirá como su legado… La relación Uhtred-Alfred está en el núcleo de la historia". El sitio oficial de la saga vikinga es el siguiente  Website: https://www.netflix.com/do/titl e/80074249

:::::::

¿Cómo cuadran estas dos historias con la democracia dominicana, si somos de tradición hispánica y muy alejada de la solidez cultural nipona? Eso si seguimos un patrón lineal de pensamiento, pero si nos atrevemos a reconocemos que toda la experiencia humana pertenece a todo el género del “homo sapiens sapiens”, entonces podemos reconocer aquellas expresiones de la auto identidad nacional que nos fortalece a ciertas comunidades del concierto de pueblos y naciones del planeta Tierra.

Curiosamente, en ambas series nos presenta el rol decisivo de la religión en la política y en la fe popular: el caso del clero y los obispos de la iglesia medieval pre cisma-de-occidente para la historia británica; y el rol de una secta budista sectaria, algo nihilista y muy partisana. Veo en el presente dominicano el rol de los curas y sus aliados ¿momentáneos o eventuales? del sectarismo protestante en la lucha contra “las tres causales” en el Senado de la República. Gústenos o no, la lección es la misma.

Esta alianza cesáreo-papista  ha sido muy cara en términos históricos, y en el presente está haciendo retraer los avances que ha significado la reivindicación de la sociedad secular hasta establecer como fruto de la modernidad la “laicidad” que viene amordazándose con una derecha resurgente ante el populismo frustrante del viejo progresismo liberal del siglo XIX.

El Gobierno del Partido Revolucionario Moderno quiere pasar a la historia junto a los países que no le dejan espacio al ejercicio médico para decidir en el complejísimo campo de la casuística médica  y descansar en un criterio único de una sempiterna condena a las mujeres de ser la siempre perdedora en la violencia de género que provoca el machismo depredador y prepotente.

También lo vemos en ambas series y en cada sociedad representada: las mujeres son las protegidas y, por lo tanto, deben ser obedientes como piezas de ajedrez. Aunque nos presenta arquetipos de mujeres con “piezas colgantes” más pesadas que la de cualquier Rey: como abadesas, como reinas consortes, como reinas guerreras o, como simples guerreras.

Otra gran lección es que el puesto ostentado no es garantía de un gran rol. Tanto Utred como Tokugawa, en nuestras series de referencia fueron “instrumentos del destino”, sin ninguna pretensión de jugar los roles que resultaron tener en la historia de sus sociedades. Esto puede valer, porque la última lección es que tras las buenas intenciones se cometen los peores crímenes, sin ninguna caridad cristiana o la compasión budista, las religiones aludidas en este escrito. ¿Sería que todo es destino, como afirmaba Utred?