La llegada del Coronavirus muestra que estamos viviendo un momento muy grave: el desarrollo de la pandemia está dejando claro cómo los intereses políticos y económicos se superponen a los intereses de millones de seres humanos amenazados con desaparecer – sobre todo en países como el nuestro, donde más de la mitad de la población vive en condiciones tan precarias, que no alcanzan a sobrevivir a los avatares existenciales de una cotidianidad avasallante.

Uno podría preguntarse qué puede ser mejor, si ¿luchar contra el virus? o ¿defendernos de los políticos? – conociendo ya lo que hacen y son capaces de hacer, cómo algunos líderes populistas que han manejado con irresponsabilidad y tozudez la pandemia, en momentos en que necesitamos la mayor información veraz. Algo que puede observarse en las acciones de Donald Trump en EUA, Andrés Manuel López Obrador en México y Rosario Murillo en Nicaragua, por citar algunos – democracia, populismo y dictadura -, dejan ver las erráticas conductas de estos líderes que nos sorprenden por las similitudes y contradicciones en su accionar. No hay mayores diferencias, entre democracias populistas y dictaduras comunistas para enfrentar la expansión de la pandemia. Alertado ya en Enero acerca de la gravedad de la pandemia, Trump prefirió ignorar los avisos y minimizó el virus – diciendo que “esta gripe desaparecería con la llegada de la primavera”. Mientras López Obrador no toma medidas, minimizando el virus, besando niños durante rueda de prensa multitudinarias, y la Murillo que, en tiempos de cuarentena ,convoca a una marcha ciudadana, que han llamado “El Amor en tiempos del COVID-19”…

Aprovechemos para leer un libro sin pausas y analizar el tipo de gobierno que tenemos, la calidad de los políticos que elegimos y, el daño que pueden hacernos

Queda claro, cómo nuestros destinos y sobrevivencia están dependiendo de las decisiones -no siempre acertadas- de un grupo de individuos -no siempre correctos-,siendo relegadas las decisiones de los científicos, que sí saben del problema, por políticos enfermos de ego y prepotencia existencial, gente negada a escuchar las advertencias tras ver los resultados en otras realidades. Habiéndose pospuesto las medidas para proteger a la población, siendo pocos lo que han asumido medidas drásticas inmediatas. Algunos piden a la Organización Mundial de la Salud que denuncien los presidentes que se negaron a tomar las decisiones a tiempo, ya que los más importante para algunos son las implicaciones devastadoras que tiene el virus en los sistemas económicos y políticos, afectando de manera inédita todos los países, como ha sido ya el caso en China, que ha podido alertar la humanidad a tiempo para que se tomaran las medidas apropiadas desde diciembre 2019. Hemos perdido mucho tiempo.

Hoy estamos aquí, en el Caribe, esperando la llegada del Coronavirus con la misma filosofía de quien espera un ciclón de temporada, rezando para que se desvíe, y que al llegar a nuestras costas, “las temperaturas cálidas lo maten". Pocos son los que han querido ver y escuchar lo que vienen denunciando algunos científicos y personalidades, como Bill Gates, quien había alertado en 2015 acerca de una pandemia global que podría matar, sólo en EUA, más de 2 millones de personas.

Las medidas de aislamiento de la población han llegado tarde a muchos países, que no cuentan con un sistema de salud mínimo, para tiempos normales, como el nuestro. Y todo eso porque habían elecciones, eventos, reuniones,inauguraciones y mentiras, muchas mentiras.

Estamos viendo los resultados: pretender que estos días de cuarentenas, 2 ó 3 semanas, serán suficientes para que el virus baje su tasa de contaminación, es parte de lo inesperado, porque después, él estará aquí, vivirá con nosotros, como viven los otros virus, independientemente de los roles y privilegios, está llegando a todos por igual.

Vivimos tiempos excepcionales, tiempos para reflexionar sobre la impermanencia de las cosas, la facilidad en que todo se puede transformar en cuestiones de segundos; siempre ha sido así. Pero los hombres, a veces, nos negamos las posibilidades de ver y vernos. Aprovechemos lo positivo del COVID-19: el reencuentro con nosotros mismos, con la familia, con los hijos, la preocupación por los amigos, la solidaridad con los vecinos, el silencio. Demos las gracia en nombre del planeta descansado, permitiendo que muchos vean las estrellas por primera vez, el azul del cielo, sentir el aire en una ciudad sin contaminación. Aprovechemos para leer un libro sin pausas y analizar el tipo de gobierno que tenemos, la calidad de los políticos que elegimos y, el daño que pueden hacernos. Observemos cómo podemos entrar y salir de la vida, recuperando en nosotros las capacidades de utilizar lo que somos, en tiempos de tragedia, que es lo único con lo que realmente contamos, nuestras capacidades para enfrentar la adversidad, cuidándonos y cuidando a los otros. Dejemos de pensar que algún gobierno nos va a ayudar, cuando no podemos ni hacernos la prueba del Coronavirus gratuitamente.

Recordemos que todo hombre y mujer que no puede tomar cuidado de sí mismo comienza a morir. Todo animal que no se asume se convierte en la victima de otro animal.

Quedémonos en casa.