Los seres humanos intentamos levantar muros, ante aquellas cosas que suelen resultarnos desagradables, las cuales no sabemos cómo enfrentar, y pensamos, que levantando una barrera entre ellas y nosotros estamos salvados, liberados de eso que nos acosa, pretendiéndonos seguros tras un muro, que nos separa de lo que nos amenaza, de lo que nos agrede, de lo que no sabemos manejar.
Recurrimos al muro, para poner barreras cuando nuestros recursos existenciales están, agotados, y sentimos que corremos peligro exponiéndonos naturalmente, a la presencia del otro.
Pero la vida muestra, que los muros existenciales y físicos sirven de poco, pues siempre son violados, penetrados, derrumbados, porque existen mecanismos internos que son más fuertes que el deseo de apartarse del otro, pues el otro a veces está ahí, dentro de nosotros, en nosotros. Y el muro apenas es un símbolo del cual queremos recostarnos para sentirnos protegidos, de aquí que un muro, no siempre es solución, para querer separarnos y apartarnos de situaciones ,que requieren ser vista con los ojos abiertos del alma y del espíritu ,porque ver puede resultar tan doloroso, para el que ve, como para el que es visto.
En la práctica, los muros se construyen para separar geografías, proteger predios o en aquellos lugares donde nunca han estado claras las reglas del juego, los deslindes, las fronteras, como es el caso de la propuesta de muro, para protegernos de los haitianos, de un novato diputado, pero denotado personaje, en eventos mediáticos de incertidumbre política.
La propuesta de construir un muro,-ya rechazada por el ejecutivo-, después de la sentencia 168-13, podría ser el segundo evento más desafortunado ,que ha tenido que enfrentar el presidente Danilo Medina, ya que pudo ser aprovechado para destruir su imagen y la del gobierno, porque la del país ya está destruida. Algo que saben bien el gobierno haitiano y diversas ONG.
Mientras las autoridades nacionales sigan sin comprender, que los asuntos migratorios- con Haití y otros polos de emisión- no pueden ser manejados por políticos, amigos, funcionarios desconocedores de la problemática, mercaderes y negociantes. Los dominicanos estarán a la merced de sus errores, y tendrán que pagar caro (población y gobierno), las erráticas propuestas para enfrentar el histórico problema poblacional. Asumiendo que siempre ha faltado rigor, formación y sanción.
No es construyendo un muro que se solucionara el problema; Basta con ver en Melilla , la piel fresca de los subsaharianos colgando del alambrado, para llegar a España sin saber que les espera.
Los haitianos están aquí, vinieron para quedarse, hace ya muchos años, lejos de cualquier proyecto internacional, ellos si saben lo que les espera, les hemos ofrecido condiciones de captación.
Expulsados por su miseria, la verdadera unificación tiene lugar, silenciosamente, cada día en un colmado, en una maternidad, en un conuco, en una finca, en nuestras calles, en nuestros hogares como domésticos, con un palito de coco, en una construcción ,en la unión de parejas mixtas, con un miembro de la policía y del ejercito, en una ceremonia de gaga, en un mercado ,en una empresa de capital haitiano, en una universidad privada ,donde recién se graduaron 953 alumnos en diferentes carreras, entre ellos 108 haitianos de los cuales 11 , con honores .
Ante la ausencia de políticas de control, asimilación e integración,- como tienen los países, que reciben flujos migratorios acelerados y permanentes,- para ordenar y reglamentar la presencia extranjera. Los haitianos han encontrado sus espacios, y están des-construyendo muros, paradójicamente, para protegerse.
De aquí que, sea tarde para muros, de pretenderlos serán derrumbados por ciudadanos diferentes, producto de la afluencia desconocida y el uso conocido que ha tenido su presencia, formando parte de una nueva composición social dominicana.
Haití está en nosotros, más que nosotros en Haití, solo la historia-si aun existe de acuerdo a Fukuyama- dirá el resultado de estos encuentros interétnicos, que no siempre se viven sin conflictos.