Se dice que en el mundo, las tres metas que una persona debe de lograr para llamarse una persona completa son montar un globo aéreo, casarse y tener hijos, y por ultimo, escribir un libro. Yo tengo el regalo de decir que a los 17 años de edad he completado uno de esos hallazgos.
En mis cortos años, nunca había desarrollado un hallazgo tan significativo. Al escribir un libro que discute sobre temas y problemas sociales, yo siento que he podido hacer un cambio en la sociedad. Denunciando a los acosadores y a otros causantes de problemas en el mundo, mi voz sobre estas temáticas esta siendo escuchada.
Para el desarrollo del libro, sin la ayuda de Fausto Rosario, este nunca seria una realidad. Él me dio apoyo donde no existía y me ayudó a salir adelante.
En la circulación del libro, los sentimientos de emoción y de nervios nunca habían sido tan fuertes. Cada vez que una persona entraba por la puerta mi felicidad crecía, haciéndose notar por mi sonrisa inmensa que les mostraba a todos.
Después de que todos los invitados llegaron fue que comencé a sentir los nervios. Nunca había hablado por diez minutos exactos enfrente de un público, y menos enfrente de los Excelentísimos Embajadores de Estados Unidos, Brasil y Colombia. Cada segundo que permanecí sentada en mi asiento era un segundo que faltaba menos para hablar delante del público. Cuando por fin me tocaba hablar, las primeras palabras que les exprese al público me salieron temblorosas y mal pronunciadas pero, al seguir con mi discurso, llegue a notar un sentimiento de seguridad en mi.
En mi discurso yo llegue a mencionar la historia detrás del libro y como este le daría la bienvenida a ACME, la fundación que creé para generar conciencia sobre el maltrato escolar. También, mencioné de la importancia que las personas tienen de tolerar y amar a los demás tal y como se aman a si mismos, de cómo los humanos debemos de darnos cuenta cuando una persona esta acosando a otra y de cómo esto puede maltratar las vidas de los involucrados.
Al acabar mi discurso, el Excelentísimo Embajador de los Estados Unidos James Brewster tomo el micrófono y expreso las palabras mas lindas que había escuchado en mi vida. Nadie nunca me había dicho tantos cumplidos sobre mi, mi trabajo ni sobre mi persona. El Embajador se dirigió a mi como una embajadora del acoso, algo que debería de ser prohibido en la sociedad. Continuamente, me demostró que no solo los indefensos pueden sufrir del acoso, sino que aquellos que si han triunfado y logrado sus metas de vida también pueden sufrir del acoso escolar a un grado mayor.
Sin duda esta experiencia me ha cambiado la vida. Las presencias de los Excelentísimos Embajadores, de Fausto Rosario, de mis amigos y familia me han impulsado a realizar lo mejor de mi misma, a ayudar a los demás y a la sociedad. Sin sus apoyos nada de esto pudo haber sido una realidad y por eso les doy las gracias. Nunca me había sentido tan apoyada ni apreciada, los quiero a todos y mil gracias para todas las personas que pusieron su granito de arena para que esta hazaña se realizara.