En sus años de adolescentes, Bill Gates y su amigo Paul Allen, se dedicaban a realizar programación de software en computadoras cuyo uso se alquilaba por horas (esto fue antes de la popularización de las computadoras personales) y encontraron fallas que les permitieron no pagar por la totalidad de los minutos usados. Eventualmente fueron descubiertos y, como penalidad, se les prohibió el uso de esas computadoras por unos meses.
Advirtiendo el potencial monetario de lo que hasta entonces había sido una diversión, después que expiró el castigo, les propusieron sus servicios por paga como detectores de fallas a los dueños de las computadoras. Con los años, también fueron diseñando programación cada vez más exitosa y eventualmente crearon la empresa Microsoft que les trajo mucho dinero a ambos y mucha libertad a los usuarios.
Veinte y cinco años después de ganar dinero sostenidamente en este ámbito, Bill Gates creó una fundación y fue encontrando tanta satisfacción en hacer eficiente la ayuda a diferentes sectores que paulatinamente fue reduciendo su tiempo al frente de Microsoft y dedicando cada vez más horas a la que hoy día se llama Bill and Melissa Gates Foundation. Este año ella llega a sus 20 años de operaciones y a más de US$ 46,000,000,000.00 en activos, destinados principalmente a la salud, la educación y la equidad de género.
A partir del año 2009, se empezó a desarrollar una labor más amplia de divulgación de los esfuerzos de la fundación e, independientemente de los informes legales, se empezó a dar a conocer la “Carta anual”, especie de memorias de gestión resumidas, que están todas disponibles en la web. A través del tiempo, los dos temas que han sido centrales en estas cartas han sido: el marco bajo el cual se visualiza la contribución económica para el desarrollo (el dinero aportado por Warren Buffet, los aportes que hacen los gobiernos, el estado actual de la economía mundial) y la necesidad de innovar y de integrar al mayor número de personas en este camino.
La edición del año 2020 acaba de ser publicada y contiene indirectamente el resumen de los años de ejercicio de Susan Desdmond-Hellman como CEO (2014-2020) de esta entidad. Su contenido refleja que la salud se mantiene como el tema de acción prioritario y que la preocupación climática es cada vez mayor. El nuevo CEO de la Fundación es Mark Suzman, que anteriormente se desempeñaba como director de estrategia, es decir, que se espera una continuación en la visión.
Esta dedicación en tiempo y en dinero a la fundación no ha significado una merma en la capacidad de generar beneficios económicos de su creador, cuyas riquezas siguen siendo de las mayores entre las documentadas y cuya preocupación de funcionar como un efectivo gerente de los fondos administrados lo ha llevado a redactar exigentes políticas de manejo de fondos por parte de la fundación. Quizás todo se debe a que, simplemente, después de que a los 14 años percibió que sus actividades de diversión tenían una dimensión económica (podían significar una pérdida o para él o para el que le proveía el material), se preocupó por poner sus intereses al servicio de la generación de beneficios para muchos.