El alto porcentaje de votación, obtenido por el Partido Revolucionario Moderno en las elecciones del 2016, habla del desgaste de los morados gobernantes. Ahora bien, la duda asalta al país político ante la actitud del PRM, de cerrarse en banda a esta lectura.
Sin temor a equivocación, por primera vez en la historia electoral moderna en nuestro país, un partido nuevo se convierte en la segunda fuerza política de la nación. Iniciar con semejante empuje, proyectó expectativas en la población, difíciles de sostener cuando el púgil de enfrente tiene la corona y poder acumulado a cualquier precio.
Levantar barreras frente al adversario, requiere de energía renovada. En tal sentido, el PRM está compelido a construir las estructuras generadoras de estas energías.
Cabe entonces preguntarse ¿qué está esperando el PRM para conformar su estructura interna?
En efecto, que participara con éxito en las elecciones de mayo 2016, sin una maquinaria debidamente organizada es entendible. Que a un año del torneo electoral, continúe la debilidad organizativa interna, sin dudas, es inexplicable.
La coyuntura política actual, le aporta razones sobras a los perremeistas para trazar estrategias que lo identifiquen con el sentir ciudadano. La lista de hechos puede ser interminable, por esto solo señalaremos algunos de ellos.
La prensa nacional, está copada por los casos de corrupción propiciados desde Brasil, por las compañías PETROBRAS y ODEBRECHT. Ante la magnitud de estos casos, los de Fernández, son cuasi insignificantes.
Ahora, enviar la policía a colocar drogas a activistas sociales, implica una gravedad de “to’el tamaño”. Peor aún, que la fuerza pública la emprenda contra ciudadanos indefensos, estudiantes e incluso congresistas, a trompadas, patadas, macanazos y bombazos, es un acto inadmisible.
A pesar de todo ello, la presencia del desprendimiento blanco luce tímida. Aunque, justo es decirlo, el desgano perremeista se percibe involuntario o inconsciente, como si creyeran que todo va viento en popa.
Por otro lado, el partido de gobierno se perfila en una debacle entre sus propios compañeros. El desbarajuste morado parece inevitable, basta ver el comportamiento de Franklin Almeyda, un CP de la vieja guardia que funge como vocero del grupo del Dr. Leonel Fernández.
En efecto, las pujas internas entre peledeistas son un fenómeno natural, típico de los grupos que acumulan más poder de la cuenta. El juego es claro, si no hay oposición creamos una adentro. Por eso hoy el PLD se opone al PLD.
El fenómeno purpura, al PRM “ni le va ni le viene”, eso es cosa interna de ellos, repiten al preguntarle.
En cambio, concluido el torneo electoral de mayo 2016, los descendientes del “jacho prendio” se consumen en una puja interna extemporánea. La mayor preocupación del PRM es ¿cuál será el candidato a la presidencia de la nación en el 2020? ¿Abinader o Hipólito?
Entre tanto, las comunidades lucen huérfanas de un partido que las represente con dignidad y arrojo.
Más de uno de ellos, para justificase afirma, “Abinader participa en las marchas verdes”, y es cierto. Ahora, de igual modo, él y otros dirigentes que lo acompañan en esas marchas, se encuentran con el rechazo de una parte de los participantes.
En consecuencia, la actitud evasiva de los verdes a todo lo que huele a político de partido debería ser motivo de reflexión para la oposición. Hay que delimitar, por qué este comportamiento hacia sus potenciales aliados. Es imperativo, poner en marcha estrategias para disipar las dudas y atraer las masas rebeladas contra los partidos. Esta es la tarea primordial del PRM.
En suma, si el PRM aspira desplazar el PLD del Poder, tiene que olvidarse de las candidaturas y dedicar unos meses a pensar en ellos mismos. Solo así, divisarán la clave para construir una imagen positiva frente a los sectores y clases contrarías a quienes sostienen la sartén y el mango también.