Esta categoría se reserva a aquellas personas físicas o morales que a través de sus conductas sociales, sirven de modelos a seguir en la sociedad, sirviendo como referencias para que a través de sus actos se estructuren las pautas comportamentales de los demás individuos que forman el tejido social.
Se distinguen dos tipos según las líneas conductuales que asuman como modo de vida. Una es los de referencias positivas y la otra, de carácter negativo.
Entre los primeros están los curas, los pastores, los profesionales de alta connotación, los personajes destacados, sea en deportes, música, artes y otras manifestaciones diversas en el orden de utilidad a la sociedad, en fin, un amplio segmento que sirve de referencia para inducir y motivar los conglomerados a las actuaciones correctas y ceñidas a las normas y las buenas costumbres, sirviendo además, de modelos que necesita la sociedad como espejo del bien, el orden, la adecuada socialización, a sabidas cuentas, inspiración de los jóvenes, niños/as, adolescentes en sus condiciones de héroes favoritos, cimentándole un esquema mental de ser un individuo parecidos o igual a estos.
Los segundos, representan los antivalores, tales como; los de conductas desviadas, lúmpenes, estafadores, en fin, antisociales de todo tipo. Su modo operandi es el robo, el atraco, el consumo de drogas, conductas criminógenas, el peculado, violadores, estafadores, etc.
Los de referencias positivas, se inclinan por las grandes marcas de vinos, whiskies, ropas, trajes y corbatas, buenos vehículos, peladas al estilo francés, en fin preferencias a la vida de opulencia, pero, a través de una profesión, oficio, trabajo de carácter utilitario y decente.
Los de referencias negativas, por lo regular, usan tatuajes, ritmos musicales atípicos y altisonantes, vestimentas estrafalarias, marcadamente, un caminar tumbado, muchos bultos y vaineros, etc.
Otros de referencias negativas, los encontramos en los grandes capos, estafadores, jefes de gangas, en fin, todos grandes gánsteres, su mayor carta de presentación son los exóticos coches de lujos, prendas por igual, opulentas mansiones, y sobre todo la vida irreverente y derroches y propensos a actos criminógenos.
Vistas estas dos referencias, la positiva y la negativa, como modelos de conductas sociales, cualquiera pudiera imaginar que el asunto se queda, simplemente, vidas diferentes y nada más. Es como conformarnos, según Arjona, que unos gozan y sufren en las mansiones y otros en los arrabales, sin embargo el asunto es extraordinariamente complejo, ya que los dos juegan un papel de inspiración para la construcción de ciudadanía. Unos por el lado negativo y otros por el lado positivo.
Es pertinente precisar, que respecto a los grupos o personas de referencias negativas, la sociedad espera poca contribución en lo atinente a modelar la conducta de generaciones por la vías correctas, ya que sus modos y accionar es ser portadores de comportamientos desviados.
Sus zarpazos y sus tropelías pocos asombran la sociedad, dado el hecho, de que por antonomasia, es lo único que se puede esperar de ellos ya que sus patrones de conductas serán proporcionalmente a su desacato social, teniéndose por normal que su modo operandi sea en la línea anti statu-quo obrando contrario a los buenos.
Ahora bien, comparando el daño que representan los entes de referencias negativas, que ya se sabe que es malo, con los efectos sociales, emocionales y psicológicos que produce un comportamiento desviado, aberrante, grosero y trapero a su sociedad, de uno de los entes de referencias positivas, su efecto es inconmensurable, en el sentido de que tras estar posesionado como un héroe y dueño de una fanaticada y legión de admiradores, desencadena la más profunda confusión social, entendiéndose esta como estado mental caracterizado por desorientación tempero espacial o personal, que produce desconcierto, perplejidad, ausencia de pensamientos ordenados e incapacidad para elegir o actuar con decisión.(Hernández, Pedro Pablo, Glosario de Introducción al Estudio de la Sociología del Derecho, pág. 306)
Agregándose a esta distorsión, un estado de ambivalencia social, que es el detonante de la todas las inconductas, en el hecho que refiere el estado en que una persona es presa de sentimientos actitudes, intensiones, deseos o emociones opuestas, tales como; amor y odio, ternura y crueldad, placer y dolor, incertidumbre y fluctuación producida por la incapacidad para decidir entre extremos opuestos. (Ibídem p.305)
A propósito, como parte final, cabe connotar que los escándalos de corrupción, incestos, crímenes pasionales, esteroides, violaciones de menores, cometidos por los individuos de las más alta esfera social, categorizado como entes de referencias positivas, hacen más daño a la sociedad que todos los kilos de cocaínas, de Figueroa Agosto y los demás crímenes abominables, cometidos al momento, en el sentido, de que el trastorno a la sociedad de los primeros, desencadena un colectiva insania mental que se traduce en un elevado malestar social de etiología psicopática. Por lo tanto, resulta mejor una bomba atómica que un hecho punitivo inmoral por una persona siendo símbolo positivo de la sociedad.