Los colores tiene un efecto directo en el subconsciente humano. Sin darnos cuenta estos crean empatía, aceptación, disgusto y hasta rabia, solo por el color que lleve el personaje o el ambiente.

Tomamos el rojo de la sangre. ¿Alguna vez se han preguntado por qué hay escenas de guerra que nos causan asco y escenas de matanza que nos causan empatía? Obviamente existen muchas variables a este sentimiento pero en las dos existe un común denominador artístico, el color rojo de la sangre.

Las tonalidades del rojo nos pueden hacer sentir nada como sentir malestar estomacal. Tomamos por ejemplo la película “Saving Private Ryan” o “Salvando al Soldado Ryan” de Steven Spielberg. En la primera escena del desembarque en Normandía vemos como matan a cientos de soldados pero no nos causa asco porque el rojo de la sangre está completamente desaturado quedando casi negro.

Ahora en una película como “Saw” o “Juegos Macabros” le dan un color bien rojo y causa que tu estómago de vueltas.

Pero podemos usarlo también para confundir el sentimiento. Tomamos por ejemplo a “Dexter”, el asesino en serie que todos amamos. Dexter es un psicópata que controla su necesidad de matar y la dirige a eliminar a los criminales de la sociedad. Un asesino que ayuda a su comunidad, pero aún satisfaciendo su necesidad. El rojo saturado vivo de la sangre de sus víctimas nos intenta confundir de ese bien que pensamos que hace Dexter, dándonos el malestar que causa el acto.

Los colores son una parte vital del entendimiento cinematográfico. Pueden ser éstos los que hagan que les guste la película como pueden ser los que te hagan no querer volver a verla. Una cosa sí es clara, si no están ahí, sentirías mucho menos.