Accidentes. Ocurren todo el tiempo, y uno usualmente no les pone mucha atención a menos que lo viva con propia experiencia. Por ejemplo, yo he escuchado noticias de accidentes sobre adolescentes manejando ebrios por las noches comúnmente, y uno personalmente esta acostumbrado a escucharlas, hasta sientes tristeza por la situación y te imaginas por todo lo que la familia debe estar sufriendo. Pero, hasta que mis abuelos pasaron por un accidente de carro fue que yo pude de verdad sentir la desesperación y la frustración de esas familias.
Este fin de semana largo, mi familia y yo nos hospedamos en Casa de Campo en una villa alquilada. En la mañana del viernes, ya que mi abuelo está enamorado de nuestra villa en Juandolio y se cree jardinero ya que posee un jardín de plantas frutales, este aprovechó y convenció a mi abuela de manejar hasta la villa para revisar las plantas y devolverse. Ya cuando terminaron de revisar las plantas, que estén dando frutos, y de observar la limpieza y seguridad de la casa, mis abuelos llamaron a mis padres avisando que se están regresando a la villa de Casa de Campo.
Después de dos horas, ya cuando mis papas se están preguntando porque mis abuelos no han avisado su regreso, ya que había pasado mucho tiempo de cuando ellos habían llamado por última vez, mi tía los llama avisando que mis abuelos estuvieron metidos en un accidente vehicular. El accidente ocurrió después de que un hombre quería rebasar a otro carro, pero al tratar de rebasar este golpeó el baúl del vehículo de mis abuelos, lanzándolos a rotar en pleno movimiento en el aire, y aterrizando boca abajo. Aunque el carro estaba completamente virado, mis abuelos salieron sanos y salvos, sin ningún rasguño encima.
Todos en mi familia sufrieron un tremendo susto cuando supimos la noticia. Solo nos habían mandado fotos del vehículo, completamente destruido de pie a cabeza, y estábamos nerviosos y horrorizados ya que no había ninguna prueba de que mis abuelos estuvieran bien y no golpeados igual que el carro. Cuando supimos que lo único malo que les había ocurrido era el rasguño en el brazo izquierdo de mi abuelo, todos gritamos de la felicidad. Mi hermana, que estaba llorando al saber la noticia, estaba dando gritos esperando que regresaran a la villa para verlos y almorzar juntos, al igual que todos los demás.
Después de ese incidente, todos los amigos de mis abuelos, de mis padres y míos preguntaban sobre el accidente, preocupados si algo les había pasado a ellos. “Como pudieron salir tan bien después de un accidente así?” Era todo lo que la gente les podía preguntar, y mi abuela siempre repetía la misma respuesta, “Gracias al Señor, él hizo que saliéramos sanos y salvos”.
Yo siempre he pensado que existe un Dios allá arriba, pero nunca había presenciado uno de sus milagros. Con todo el gusto del mundo puedo decir que Dios hizo un milagro con mi familia y no permitió que mis abuelos salieran lastimados de tal terrible accidente. Este incidente me enseño un par de cosas, que uno debe agradecer lo que tiene y a quien tiene en esta vida ya que no se sabe cuando será la última vez que lo tenga, que la gracia del Señor salva vidas, y por último, que nunca podré sentir ni imaginar completamente por lo que están presenciando los demás a menos que pase por eso también.