Se conoce el ensayo en Latinoamérica como un tipo especial de escritura que da cuenta de una obra, un mundo ideológico, un determinado tipo ideal o un aspecto cuyo tema se desarrolla en una vertiente histórica, filosófica, política, cultural o literaria.
Para el pensador latinoamericano, el ensayo implica un tratamiento escriturario y un formato realizado en base a un título, introducción, desarrollo, conclusión, referencias, notas y formas estilísticas y redaccionales.
El ensayo es una vertiente cultivada por la poligrafía humanística en toda la América hispánica.
Las coordenadas del ensayo justifican los diversos niveles, realizados en contextos enunciativos, donde el fraseo filosófico y literario admite las modulaciones de escritura, en la línea de los tramados textuales y de la diversidad interiorizada de las escrituras históricas.
En efecto, el ensayo está ligado de forma particular a la historia, a la crítica pero también al comentario, a la reflexión y a la teoría dirigida a cualificar los órdenes estructurales en un texto denominado texto-base. Las diversas modalidades de la escritura ensayística se definen en los usos críticos y en la retórica argumentativa de sus autores.
Mediante el uso de la palabra clave y el sobrepeso significativo de los niveles escriturarios, se puede decir que existen los enlaces entre las partes constitutivas y los regímenes lingüísticos y textuales, de tal manera que los modelos y escogencias de escritura remiten al tipo reflexivo y estilístico de pensamiento, expresado a partir de un ritmo verbal y en base a convergencias de pensamientos dirigidos.
Las claves de formulación del ensayo las encontramos, en el caso de los ensayistas latinoamericanos, en el modelo de ensayo periodístico y en la redacción periodística testimonial. El tratamiento en los casos citados se acentúa en el desarrollo analítico, en el paralelismo formal, en la interpretación de niveles, en la coordinación reflexiva y en la organización de los materiales elegidos.
Diversos autores practican el ensayo como discurso, cosmovisión filosófica y literaria; lo que remite a estilos y modelos redaccionales que se reconocen como fundadores de tradición y escritura. Esto implica una mirada al interior mismo de un pensamiento que se desarrolla como clave y particularidad escrituraria.
Autores como José Carlos Mariátegui, Manuel González Prada, Ezequiel Martínez Estrada, Germán Arciniegas, Roberto Fernández Retamar, José Vasconcelos, Aníbal Quijano, Carlos Real De Azua, Rufino Blanco Fombona, Pedro Henríquez Ureña, Néstor García Canclini, entre otros, prometen en la perspectiva de la escritura intelectivo-discursiva, un marco general de apreciaciones en torno al devenir histórico, filosófico y a la particularidad de la producción de ideas claves y fundamentales.
Otros autores como Max Henríquez Ureña, Héctor Libertella, Enrique Krauze, Mario Vargas Llosa, Eduardo Galeano, Eduardo Caballero Calderón y Guillermo Cabrera Infante, entre otros, trabajan en base a una acentuación filológica e ideológica de carácter particularista, esto es, en base a un conocimiento del orden textual focalizado.
A través de lo político, lo ideológico, lo socioliterario y lo filosófico, encontramos ensayistas que revelan su mundo como el impulso de una misión y en base a un tratamiento pormenorizado de datos históricos, literarios y pedagógicos. En esa línea podemos encontrar ensayistas como: José Victoriano Lastarria, Américo Lugo, Enrique José Varona, Carlos Fuentes, Domingo Faustino Sarmiento y Jorge Luis Borges, entre otros.
En una perspectiva escritura reveladora de la identidad latinoamericana, encontramos un ensayismo histórico, educativo, filosófico y social, representado por autores como: Alfonso Caso, Leopoldo Zea y Francisco Romero, Sebastián Salazar Bondy y Arturo Uslar Pietri, quienes en base a reflexiones sobre la identidad cultural latinoamericana, articulan un proceso de intelección reconocido en contenidos filosóficos y epocales.
La variedad estilística y formativa del ensayo admite la comprensión de vertientes diferentes en el tratamiento y en las formas de escritura y discurso. Así las cosas, las fijaciones de niveles escriturarios y el pronunciamiento textual conducen a una conjunción de ideas, sustancias y registros textuales, llegando de esta suerte a la formulación de etapas constructivas unificadas genéricamente en el ensayo hispanoamericano. El cuestionamiento desde el mensaje produce un universo de ideas y cualificaciones que se expresan en el orden de lo verbal.
Una línea cardinal del ensayismo latinoamericano es la reflejada a partir de los tópicos y desarrollos imaginarios, desde los cuales la América continental no permanece estática, sino dinámica en el conjunto de sus representaciones. Las vertientes de la historia, la literatura, la filosofía y la teología de indias, se han cultivado cercanas a la historia institucional, la historia económica, la agraria, la jurídica y la social.
El ensayo en Latinoamérica, más que un arte o una ciencia, es un orden activo del conocimiento, una búsqueda ideal, discursiva y escritural que se expresa en la práctica textual e ideológica. Las formas del ensayo y el ensayismo logran profundizar los marcos sociales de la significación cultural, mediante el escrito y sus efectos estilísticos o discursivos en la América continental.