Comienzo exponiendo una sospecha: de haber estado vivo, el humanista Juan Bosch (1909-2001) hubiera considerado inaceptable ―y quizá descabellada, sin sentido por absurda― la acción de sustituir por su nombre el nombre de Enriquillo Sánchez que desde el año 2004* venía ostentando el auditorio de la sede del Ministerio de Cultura de la patria de ambos hombres de letras. El primero, uno de los máximos exponentes de la cuentística latinoamericana; el segundo, uno de los más prominentes ensayistas y poetas de la literatura dominicana de los últimos 40 años.
Pero vayamos al punto, al tema central de este artículo: la visión boschiana en torno al autor de Pájaro dentro de la lluvia (1983) y de Rayada de pez como la noche: cuentos completos (2006). Enriquillo Sánchez Mulet nació el 25 de agosto de 1947 en la ciudad de Santo Domingo (vergonzosamente bautizada con el nombre del sátrapa en 1936) y falleció el 13 de julio de 2004.
En ese manantial de sabiduría que son las obras completas de Juan Bosch editadas en 40 tomos bajo la responsabilidad profesional del escritor Guillermo Piña Contreras ―en las que hemos bebido, deleitándonos y aprendiendo a la vez― el célebre autor de La Mañosa y de otros textos emblemáticos de la narrativa dominicana, deja constancia de su profunda admiración hacia el escritor Enriquillo Sánchez, cuyo nombre aparece varias veces citado por el ilustre maestro. Veamos:
En abril de 1975, en una de las conferencias dictadas en el Centro Masónico de la ciudad de Santo Domingo sobre la situación de Cambodia y Vietnam, Bosch dijo lo siguiente: «Ustedes deben estar cansados, pero ya vamos a terminar; y vamos a terminar diciéndoles que en la historia de la humanidad no se ha dado un gran hecho, un acontecimiento histórico, sin que haya aparecido el poeta que lo cante. No puede haber Aquiles sin Homero. Y aquí, en esta tierra dominicana, Enriquillo Sánchez le cantó a la epopeya de Viet Nam; le cantó con este poema que voy a leerles inmediatamente; este poema que su autor bautizó con el nombre de “Ho Chi Minh, hoy en el Camino”».(1)
Leamos con el profesor, y a modo de tributo a la memoria del poeta irrespetado, ese revelador texto poético:
Un gigante de piedra señala los ocasos.
Viet Nam ha combatido y vencido, compañeros.
Por los caminos del arroz regresa el pueblo,
se dirige a la región de los claveles,
canta en silencio como el río.
Un pueblo entero se sumió en la lucha.
Soñaban y dormían con fusiles.
Nunca faltó la presencia de la rosa.
¡Ah! Viet Nam de surcos y colinas,
Viet Nam de la paz y la paloma.
Marchan compañeros vietnamitas diminutos
hacia el ámbito lluvioso de la espuma
con una canción en los labios
y un ave renacida en la pupila.
Ho les señala el camino y la victoria,
el tío Ho de corazón de pueblo,
firme como el mar en la leyenda,
alto como la luz o como abrazo,
Ho Chi Minh de la humildad inagotable,
el tío Ho de los niños y las flores.
Ho Chi Minh fue Viet Nam hasta su muerte.
¡Hoy Ho Chi Minh es Viet Nam hacia la vida!
Al concluir la emotiva lectura del maestro, estruendosos fueron los aplausos en homenaje al joven poeta. (Enriquillo aún no había cumplido los 28 de edad). Luego, el singular conferencista, le pidió al poeta que se mostrara al público que celebraba su poesía: «Enriquillo Sánchez, ¡de pie!»(2) Y bajo el tronar de los aplausos, Bosch presenta a Enriquillo: «¡Aquí está el Poeta!». Los aplausos continuarán hasta el momento en que, juntos ―como maestro y discípulo o como padre e hijo―, Juan Bosch y Enriquillo Sánchez, se ausentan del salón donde tenía lugar aquel memorable evento. Con el tiempo, esa admiración literaria de Bosch hacia Enriquillo se fortalecerá. ¡Y fue mutua esa admiración!
Quince años después, en marzo de 1990, en un conversatorio del insigne Juan Bosch con miembros del Colectivo de Escritores Romanenses, volvió a brillar su admiración por Enriquillo Sánchez. Fue a propósito de una pregunta que le hiciera el inquieto periodista y narrador Frank Núñez: «Profesor, siempre se habla del tema y la forma en literatura. Muchos dicen que el tema no importa mientras otros creen que sí. ¿Cuál es su criterio? Es decir, ¿nos puede usted dar una explicación acerca de la correlación existente entre tema y forma?»(3)
La respuesta de Bosch fue magistral: «Bueno, hay temas por ejemplo cómicos, y hay que expresarlos con gracejo, ¿no?, con gracia, que haga reír. Hay temas que son lúgubres, y hay que expresarlos con un lenguaje que despierte en el lector, si se trata de literatura, sentimientos de condolencia. De manera que el estilo debe estar estrechamente ligado con el tema. Y hay casos en que artículos de periódicos, por ejemplo lean hoy, en El Siglo, un artículo de Enriquillo Sánchez. Ustedes verán que es un estilo brillante y el tema sin embargo tiene poco, poca sustancia, pero el estilo es tan brillante que atrae al lector. De manera que lo importante es escribir bien».(4)
Podríamos continuar citando momentos en los que el profesor dio muestras constantes de admiración y de respeto hacia ese extraordinario escritor que fue Enriquillo Sánchez. Y a su grandeza intelectual iba unida su gran calidad humana. ¡Jamás hubiera Juan Bosch aprobado tamaño desatino como ese de despojar del nombre de su admirado poeta al auditorio que ahora lleva el suyo! ¡Jamás! Y por eso es que consideramos que, como un acto de justicia y de decoro, en la agenda cultural de las nuevas autoridades del Ministerio de Cultura, las cuales habrán de asumir a partir del 16 de agosto del año que discurre, debería contemplarse como una de las prioridades éticas la siguiente: RESTITUIRLE al auditorio de ese organismo estatal el nombre del escritor y brillante pensador Enriquillo Sánchez.
NOTAS:
*El escritor José Rafael Lantigua era el Ministro de Cultura en ese momento y el Dr. Leonel Fernández Reina era el primer mandatario de la República Dominicana. Justo es reconocerlo: ambos fueron verdaderos promotores y defensores de la cultura. Al primero lo hemos considerado, desde aquellos lejanos días del suplemento «Biblioteca», Paladín del libro dominicano.
(1)«Ho Chi Minh fue Viet Nam hasta su muerte» (conferencia), en: Juan Bosch. Obras completas. Santo Domingo: Comisión Permanente de Efemérides Patrias, 2009. Tomo VIII: «Textos autobiográficos». Pp. 563-564.
(2)«El Compañero Bosch concluye Conferencia Sobre Cambodia y Vietnam», en: periódico Vanguardia del Pueblo (órgano del Partido de la Liberación Dominicana), 1 (23): 4-5, 1-15 de julio de 1975. Internet (9-08-20): http://pld.org.do/website/juan-bosch/el-companero-bosch-concluye-conferencia-sobre-cambodia-y-vietnam/
(3)Op. cit. Tomo XXXIX: «Obra periodística». P. 379.
(4)Loc. cit. Las negritas son nuestras. Bosch se refiere al excelente artículo de Enriquillo Sánchez titulado «¿Memorias de la lluvia?», publicado por el fenecido poeta en su columna «Para uso oficial solamente», del citado diario, el 16 de marzo de 1990 y compilado en su libro Para uso oficial solamente (1989-1991) [Santo Domingo: Comisión Permanente de la Feria del Libro, 2000. Pp. 217-219. (Colección Pensamiento Dominicano Julio Postigo In Memoriam; I)]. Citamos el primer párrafo de ese artículo para seguir rindiéndole homenaje póstumo a ese brillante poeta-pensador: «Nadie ha escrito, armado de un grafito austero y de una política secretamente subversiva, la biografía de la lluvia. Nadie, tampoco, ha colocado en sus bisagras ruidosas un espejo cantor. Borges escribió la historia de la noche, pero nadie ha escrito la historia de la lluvia. Ni de la memoria. Nos hemos acostumbrado a situar en el pretérito su domicilio inamovible, sin saber que el porvenir es un memorial que ella redacta por nosotros para que nos parezcamos siempre al que fuimos y al que somos. Si no fuera así, otro moriría en nuestro lugar. Es la memoria la que asegura que entierren siempre al mismo sujeto, a ese muerto que ya fue y que nadie olvida. Los muertos memoriosos también piden identidad y, desde luego, aguardan para fundarse en sí mismos la jubilosa y menuda lluvia del camposanto, abierta la biografía en la primera página de la eternidad».