Nuestra realidad anda como la falsa moneda, de mano en mano, pero nadie se la queda.

La humanidad se perdió hace un tiempo en concepciones y teorías tan singulares como cada persona… Todos se empeñan en buscar la razón de nuestro existir. Cada cuál con su propia lupa, toma un turno en el intento de descifrar al mundo. Por este tema, he visto más de un desconsuelo andar, porque en la duda hay dolor, y en el dolor, hay sentido.

¿Quiénes somos? Lo terrible sería saberlo.

Mejor vivamos, y renunciemos a querer saber por qué. Después de todo, ya estamos aquí.

¿Cuántos siglos llevamos bajo la superficie de ésta realidad?

Nuestra historia nos cuenta que con cada paso que damos en su búsqueda, se desmonta el escenario nuevamente. Sólo quedan piezas disueltas en culturas, épocas, y percepciones individuales. Tengo el presentimiento de que no habrá nada dicho, hasta que haya silencio. Un silencio creador, que nos permita escuchar a todos a la vez.

Deberemos atravesar la oscuridad, antes de ver la luz. Y en aquél amanecer, despertará el Sol como acostumbra a hacerlo, pero serán distintos los ojos que se posen en él. Así llegará el día en el que el tiempo rompa al reloj, y el universo revele su enigma. Pero mientras ese día llega, el ser humano seguirá andando por la naturaleza buscando lo que nunca estuvo perdido. Ese será nuestro defecto, con virtud; o nuestra virtud, con defecto.

Alcen la vista, y constaten:

Poco importa que haya una rama seca en un árbol florido, mientras su raíz tenga alimento. Por eso, a pesar su enigma, y nuestra insaciable curiosidad, el mundo seguirá siempre siendo mundo. La humanidad seguirá siendo acariciada por el murmullo diligente del viento. Y aquel misterio, se seguirá bifurcando a través de nuestras venas.