En días pasados leí en la prensa una noticia que por lo extraño de su contenido no dejó de sorprenderme. El actual Ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, y Ex Ministro de Salud Pública, en el gobierno anterior, Dr. Bautista Rojas Gómez, giró una visita al conjunto monumental, compuesto por las estructuras que precariamente se conservan del ingenio colonial de ENGOMBE, y propuso que este sirviera para simbolizar un escenario especial de unión familiar, y con tal motivo, se lleve a cabo una celebración eucarística todos los meses de noviembre. ¡Que hermosura!

Como me imagino que muy pocos de mis conciudadanos saben de lo que se trata, de lo que es ENGOMBE, y no pueden tener una idea de lo que es aquello, donde se encuentra,  para que sirvió y serviría, voy a permitirme hacer un brece relato, con la esperanza de que no solo se lleve a cabo la propuesta del Ministro de una cartera que no es Cultura, ni Turismo, ni nada que tenga que ver con los recursos históricos y monumentales de nuestro país, sino que se le preste la atención debida.

Antes de entrar en caja debo decir, que en nuestro querido país, al que estamos tan acostumbrados a considerarlo como “algo muy especial”, sea un médico, político, y ministro de una cartera que nada tienen que ver con el patrimonio histórico y cultural de la nación, quien se dispusiera a sacar del oscurantismo más absoluto lo que debe corresponderle a otras instancias gubernamentales, como son los que dirigen los ministerios antes mencionados, o la Dirección Nacional de Patrimonio Monumental, que luce más olvidada que las mismas ruinas. Así son las cosas en nuestro país, que lo hacen “tan especial”. Pero lo que resulta todavía peor es que desde el Palacio Nacional no se diga ni pío. Y no como los pollitos, sino como los responsables de sacar a flote de la economía “blindada” otro material que no es de acero, en la que debería incluirse el patrimonio histórico de la nación, como cualquier otro renglón similar. Como suele suceder en casi todas partes del mundo civilizado.

Pues bien, ENGOMBE, cuya toponimia es tomada del nombre de la etnia (familia de lenguas), no tribu o raza, bantú, del arco superior del Congo, África, es lo que en su día, allá por los albores del Siglo XVI, fue un próspero ingenio azucarero, de los que empezaron a producir azúcar de caña en el Nuevo Mundo. Las ruinas que conforman este histórico conjunto, ubicado en la ribera oriental del Río Haina, y a corta distancia de la ciudad de Santo Domingo, se han conservado gracias a los designios divinos, que las han preservado para satisfacción de los dominicanos, y para que algún día sirvan como atracción turística, poniendo en valor sus antiguas instalaciones, al igual que el hermoso paraje que las circunda.

Si, como atractivo turístico. Pero no en las condiciones en que se encuentran, ni en las que pudieran quedar después de un improvisado operativo de limpieza del lugar, o de un intento por conservarlas al estilo de los pontífices restauradores dominicanos. Como sucediera años ha, cuando se le practicó una anastilosis (término arqueológico que designa la técnica de reconstrucción de un monumento en ruinas…) a la doble arcada  de la estructura principal del conjunto histórico.

Todo ello, antes de que uno de los genios de la política y la intelectualidad criolla que nos gastamos, decidiera parcelar una gran parte de los hasta entonces vírgenes terrenos donde se encuentran ubicadas las ruinas, desde hace poco más de unos cinco siglos, que fueran distribuidos entre el personal administrativo y magisterial de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, de la que fuera Rector.

No, lo que hemos dicho, y propuesto en innumerables ocasiones, no es otra cosa que restaurar las edificaciones que lo permitan sus condiciones actuales, consolidar el resto, y después de una seria investigación arqueológica y arquitectónica, utilizar lo utilizable, y embellecer las restantes, aprovechándolas para convertirlas en un resort de característica rural, sin que, por supuesto, lo que se haga vaya en desmedro de su valor histórico y monumental.

Cuantas cosas de provecho se podrían hacer en beneficio de nuestra economía,  utilizando, inteligentemente, algo que solo República Dominicana posee en América, como son las primacías, de todo lo que hicieron los “invasores” españoles en el Nuevo Mundo, al igual que los inicios de la industria azucarera, de la que se nutrieron los pobladores de La Española, desde los albores de su colonización hasta los presentes momentos. Industria a la que no le han permitido seguir creciendo, en la magnitud en que lo hacía, por culpa de erráticas políticas desarrolladas por los últimos gobiernos que hemos tenido, uno de los cuales llegó al colmo de permitir que se desmantelara el más grande de los ingenios azucareros que llegara a existir en el mundo: el Ingenio Río Haina.

Sin la menor intensión de continuar repitiendo algo que tantas veces he propuesto, lo que me inspiró a repetir, y hacer llover sobre mojado, fue el hecho de que un médico, por demás alejado del mundo cultural y turístico, que llegara a ocupar la cartera de Medio Ambiente y Recursos Naturales, fuera el que saliera a la palestra pública con un tema tan alejado a sus atribuciones. Y que los otros, sí, esos mismos, los del mariachi de la eterna comisión, continúen como si nada estuviera pasando en el área que les compete.

Espero, que el ritual propuesto por el Ministro, más que servirle de arma politiquera, a lo que nos tienen acostumbrados estos señores del PLD, que vienen timoneando la nave del estado desde hace doce años, llame la atención de algún agudo inversor (extranjero, por supuesto), que haya entendido el mensaje, consistente en que el turismo no solo debe depender de las tres “s” (sea, sand, and sun, en inglés), como lo estamos haciendo, sino de muchas otras cosas de similares importancias.

Como un simple ejemplo de lo que hemos hecho, y se debe continuar haciendo, con respecto a este y otros temas relacionados con nuestro patrimonio cultural, transcribo, a continuación, dos párrafos de una noticia, calzada con la firma de María Mercedes, que con el título de Por los caminos de los ingenios coloniales, fue dada el día 30 de marzo de 2005, en el periódico Hoy.

“Una mañana bastante calurosa nos acompañó durante todo el viaje, que sin intención de exagerar fue muy interesante y educativo, porque los que tuvieron la oportunidad de asistir descubrieron un gran tesoro escondido, que guarda esta tierra Primada de América.

La visita fue a los ingenios de Engombe y Boca de Nigua, en San Cristóbal, que contó con la presencia del Nuncio apostólico Timothy Broglio, el Embajador de Estados Unidos, Hans Hertel…”.

A los que debo agregar: la Embajadora de España, María Jesús Lopez Figa, y esposo, al igual que otras personalidades nacionales y extranjeras. Todo ello, con el propósito de venderles la idea de lo que yo entiendo hay que hacer, para poder salvar este tesoro escondido, y contribuir con el desarrollo económico y cultural de nuestro país.