En el fondo de la sociedad, en la comprensión de sus distintos sectores sociales, y en consecuencia en sus individuos que interactúan, la verdad y transparencia de las relaciones de todos los tipos, sucumbe ante la fuerza del engaño. ¡ Y qué difícil y complicado se torna discriminar en el lenguaje de los interactuantes políticos, negociantes y profesionales la manifestación de la verdad¡. El engaño provisto de máscara, hipocresía y poses parece imponerse. Hay que estar prestos y amurallados de firmeza. Reflexionando , cavilando y escuchando con fina atención las propuestas del otro. Un personaje aconsejaba antes que mirar el rostro, inclinarse de lado al interlocutor en actitud humilde para escuchar el contenido de sus palabras y las connotaciones que cargan de significado.
Uno de los primeros estrategas que desvelo la importancia del engaño, elemento substancia de toda estrategia, lo fue Sun Tzu, en su clásico texto El Arte de la Guerra, que suelo de vez en cuando dar a conocer y leer a los estudiantes, como una forma de enseñarles a leer obras de vital interés para su defensa en este mundo social, donde ellos apenas comienzan a vivir. Entramos en interacción, tecnología en manos, acerca de como en los medios de comunicación, los aparatos de justicia, los negocios y sus transacciones, los discursos políticos y la publicidad de gobierno, están cargados de engaño. Terminan infiriendo como somos estafados con el discurso, con las poses y hasta con ciertas doctrinas, en la estrategia de conquistar nuestras simpatías, afectos y ganancias de causas ; aprenden al menos a discriminar los falsos argumentos.
Hay engaños en la política, en el comercio, en la guerra, entre relacionados, en el amor, en los crímenes, en las religiones, sin descartar entre familiares. No hay límites en la cuestión de vencer a toda costa en lo que se apetece, es una lucha que no necesariamente gana el más fuerte, sino el más hábil, la mejor destreza y la mayor intensidad de inmoralidad que anidan los incumbentes. Por eso, las poses de cólera, o de humildad, o de doctrinas espirituales, o de petulancia , o de soberbia o de ingenuidad supuesta; todo con la finalidad de conseguir el engaño, que no advierte el incauto.
Si pensamos sabiamente, nos daremos cuenta que hay toda una teoría del engaño incubada en los seres humanos surgida de su naturaleza egoísta de los mismos; por supuesto, que nadie escapa de esa tendencia, sólo la buena doctrina y la educación familiar puede convertirse en muralla de contención.
La misma lucha por el poder surge de los recovecos del egoísmo que se revierte en una constante lucha por apoderarse del patrimonio de los otros, o del espacio dominante que poseen los demás. Así, las páginas de la historia están llenas de capítulos de guerras, de batallas, de revoluciones, de revueltas, golpes políticos y conflictos; la paz y la estabilidad viven un interregno transitorio por parte de la humanidad, pero no obstante permanece balbuceante en la esperanza e ilusión de los pueblos y personas, que se defraudan al encuentro con el próximo conflicto.
Nosotros mismos como dominicanos, vivimos reiteradamente de escándalos en escándalos, provocando cierta insensibilidad, dado a que los trágicos hechos tan en secuencia, sin consecuencia, producen un impacto mental de impotencia en unos más que en otros, paralizando la actitud positiva y de conciencia de cambios en algunos sectores, donde la publicidad ejerce su poder de persuasión desde arriba o cúpula del poder.