De todos los líderes latinos, al momento de que les preguntan que a cuál de los dos apoya, el más lúcido es el presidente ecuatoriano Rafael Correa, que responde que ninguno de los dos. Dice que sea uno u otro que gane será un simple brazo ejecutor de la política internacional del Pentágono o del complejo militar industrial.
Hubo una periodista que insistió que debía decidir por uno de los dos. Correa respondió que prefería a Donald Trump porque es tan grosero que motivará a que Latinoamérica se unifique y cada pueblo obtenga su soberanía plena. Explicó que la diferencia es que Hillary Clinton es más simpática, pero que en esencia da igual. “América Latina debe aprender a caminar con sus propios pies, sin importar quién es o deja de ser presidente de Estados Unidos, eso significa la verdadera independencia: debemos crecer como región y mantener relaciones entre iguales”, agregó.
Da pena ver a dominicanos (latinos en sentido general) tragando viento, siempre en busca de un falso mesías, apoyando la candidata presidencial demócrata. En vez de ocuparse de los problemas que padecen sus naciones, hay dirigentes latinos que hasta escriben artículos explicando por qué ella debe ganar y no el magnate republicano.
Son tan ignorantes, tontos (lameculos, como dijo el actor Clint Eastwood a los fustigadores de Trump), los que sin ser norteamericanos “apoyan” a Hillary como aquellos; en caso contrario, que predicen que si triunfa unificará a República Dominicana y Haití. Ese miedo en algunos sectores es alimentado por políticos prestigiosos como Marino Vinicio Castillo (Vincho), y el historiador Euclides Gutiérrez Félix. Vincho ha calificado al esposo de Hillary, el expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton, como el “gobernador de Haití”, refiriéndose a que este país es una colonia norteamericana. Euclides afirma que Haití está ocupada por fuerzas extranjeras y que en la práctica quien funge como presidente es Bill; agrega que cuando Hillary era secretaria de Estado visitó el país junto al expresidente Jimmy Carter con la agenda de fusionar los dos países.
Sin importar quien sea –o deje de ser– presidente de EE.UU, las autoridades dominicanas deben controlar y organizar la frontera, en vez de andar culpando a otros países de los problemas que deben resolver.
Parece que Estados Unidos, Francia, Inglaterra y Canadá son los que mandan a la frontera funcionarios civiles, militares dominicanos a que amasen fortuna traficando armas, drogas, trata de personas y todo tipo de comercio ilegal.
No hay un engaño más grande que decir que naciones desarrolladas y grupos de la Sociedad Civil planean fusionar la isla y que hay una agresiva campaña de descrédito internacional contra el país. Nada más hipócrita que eso, para un gobierno poner orden y cumplir sus propias leyes migratorias no tiene que mendigar ayuda de nadie; o depender del triunfo de Donald o Hillary. ¿Será que en la práctica RD es una colonia norteamericana?