Las cabezas visibles de la campaña en contra de la educación para la equidad de género están queriendo engañar al país con mentiras y manipulaciones, y con eso solo le producirán un grave daño.

¿En qué nos basamos para afirmar lo anterior? Lo primero que se debe saber es que todas esas cabezas visibles y sus instituciones fueron firmantes del Pacto Educativo 2014-2030, en el cual consignaron que estaban de acuerdo con una educación que forme “personas autónomas, solidarias, éticas y socialmente responsables, comprometidas con la equidad y la igualdad de género” (página 5 del Pacto).

Además, la no discriminación, la igualdad de derechos entre hombres y mujeres y la equidad en su sentido más amplio, están consignadas en la Constitución proclamada en 2010, en la Ley de la Estrategia Nacional de Desarrollo del año 2012 y -por si con esto no bastara- en la Ley General de Educación de 1997. Además se encuentran establecidas en la Resolución 3599-2004 de la antigua Secretaría de Estado de Educación.

¿Qué puede mover a estas personas a desconocer el pacto que ellas mismos firmaron? ¿Acaso andaban sonámbulos o poseídos cuando todo eso ocurrió?  ¿Qué puede moverlas a desconocer la Constitución y las leyes, y a decir que hay en marcha “un plan de destrucción del país” sólo por anhelar formar a nuestros niños y jóvenes en el sano principio de la equidad?

Pero agreguemos: no sólo desconocen la Constitución, las leyes y los acuerdos en que han participado directa o indirectamente. Encima de esto, agitando fantasmas y planes conspirativos que importan al por mayor y al detalle desde los centros de extremo conservadurismo de Estados Unidos y Europa, cometen el agravio propio de ignorantes al despreciar el legado de notables mujeres dominicanas que desde hace más de un siglo son referentes en la lucha por la igualdad en toda América: Salomé Ureña, Abigail Mejía, Zoraida Heredia, Ercilia Pepín, Magaly Pineda, son solo algunas glorias nacionales sin las cuales las mujeres no hubiesen alcanzado siquiera el derecho a la educación y al voto. Todas ellas y su herencia son insultadas por quienes no conocen ni valoran la admirable historia dominicana, incluyendo el ejemplo de las Hermanas Mirabal, heroínas de nuestra libertad y nuestra democracia, en cuyo nombre se conmemora cada 25 de noviembre el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Engañar, mentir, desinformar, confundir, aterrorizar, y despreciar las luchas y glorias de nuestro pueblo, son acciones en nada positivas, patrióticas ni cristianas. El debate y la diferencia de visiones son parte de la democracia, siempre que sean ejercidos con responsabilidad. Las posiciones e ideologías particulares, por legítimas que sean, no pueden imponerse mediante la fuerza y la presión, menos con la mentira y el terror, por encima de las leyes y la voluntad colectiva, en un país que hace 58 años decidió liberarse del despotismo trujillista.

Los ciudadanos y ciudadanas dominicanos, que luchan por sus hijos e hijas; que quieren un país con respeto, orden, legalidad y progreso; que quieren familias sanas y funcionales; quienes sostienen valores de bien y tienen a Cristo como estandarte… Todos debemos abrir los ojos en medio de la niebla y la oscuridad, de la mentira y la estafa, para no dejarnos instrumentalizar, asustar ni acorralar. Quien miente nos quiere prisioneros, porque ya se sabe: “conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.