En la madrugada del sábado 23 de julio, la Provincia La Altagracia amaneció con la terrible noticia de que Ángelo Santana había cumplido con la promesa de matar a todo el que le debía y a cualquier otra persona.

Este tipo de tragedia y los feminicidios es hora de que sean considerados como parte de problemas asociados a una fuerte crisis de salud mental en la República Dominicana.

Desafortunadamente, el país no cuenta con una estructura que logre minimizar el creciente nivel de víctimas que mueren de manos de personas con evidentes signos de trastornos mentales; la situación se agudiza al no existir acciones conjuntas del sector público y privado para la articulación de planes que logren detectarlos y tratarlos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) mediante el plan de acción integral 2013-2020, reconoció que “la salud mental es esencial para el bienestar de todas las personas”. Mientras que en el artículo 3 de la ley 12-03 sobre salud mental dice:

”La autoridad de aplicación debe contemplar los siguientes lineamientos y acciones en la conducción, regulación y organización del subsistema de Salud Mental:

  1. a) Acciones permanentes a través de políticas, planes, programas y campañas específicas destinadas a la promoción de la salud mental en todos los ámbitos que tiendan a garantizar la participación comunitaria y de las organizaciones sociales”.

Conversamos con Carlos David Peralta Feliz M. A., psicólogo, terapeuta familiar y de pareja, con especialidad en psicología forense, docente en la Universidad Central del Este (UCE), en las Maestrías de Psicología de la Intervención Social y Psicología Educativa. También profesor en la Universidad Abierta Para Adultos (UAPA), en la Maestría Terapia Familiar y de Parejas.

A este reputado profesional le preguntamos por qué las enfermedades mentales no son tomadas como un tema de salud pública como los demás en la República Dominicana. La siguiente fue su respuesta:

“Desde años la salud mental se ve como un tabú, donde la sociedad dominicana no tiene la educación sobre lo que son las enfermedades mentales, los gobiernos no se han preocupado en analizar qué existe más allá de esta enfermedad; en República Dominicana solo se valora a los psicólogos como un ente curativo del momento. La gente piensa que somos como los psiquiatras, sin saber que el psicólogo es preventivo”.

Aseveró que, dentro del sistema de salud, las enfermedades mentales solo se miran desde el punto de vista de los medicamentos que se les dan a los pacientes, ya que no les dan importancia al bienestar de cada persona.

El profesional de la psicología resaltó que no se considera el hecho de que la enfermedad mental de  una persona afecta a la familia y a la sociedad. “Falta un trabajo en conjunto de varios sectores de la salud mental”.

Con la existencia de la ley 12-06 sobre Salud Mental, la República Dominicana tiene una base que sustenta la regulación, el diagnóstico y el seguimiento a personas con algún tipo de problemas mentales.

Para Carlos David Peralta Feliz, la ley 12-06 surge para regular el derecho a una mejor atención en materia de salud mental, tras considerarla una parte integral del bienestar físico, psicológico y social, y que como tal amerita la elaboración de políticas de Estado. Los gobiernos deben de estar de acuerdo en la elaboración de unas políticas desde el Estado para abordar los temas de la salud mental.

Resalta la necesidad de la asistencia primaria en salud mental para evitar alteraciones y lograr que los pacientes se rehabiliten.

Lamenta que no se reconozcan los derechos básicos a las personas que padecen alteraciones mentales o no estén siendo atendidas por dicha causa. No existen las condiciones requeridas para su tratamiento.

¿Qué debemos hacer para que en la RD haya una política nacional explicita sobre salud mental?

A juicio del profesor Carlos David Peralta Feliz, el Estado y las instituciones que trabajan la salud mental deben de reunirse y crear un plan para evitar que la población tenga un desencadenamiento de las alteraciones mentales. Considera que no solo se debe de pensar en medicamento, sino en crear programas de apoyo emocional en cada sector de la República Dominicana.

La sociedad dominicana está enferma, falta un plan para producir los cambios en materia de salud mental.

El seguimiento a estos temas, es esencial para producir los cambios de una sociedad que presume de moderna. La modernidad conlleva más sensibilidad, y menos indolencia.