Uno de los problemas realmente importantes del mundo de hoy es el de la energía. Una cuestión asimilable a la desigualdad social, a la del hambre, y a la falta de control sobre las decisiones de los especuladores financieros internacionales.
Chernobil nos mandó un mensaje del potencial destructivo de la energía nuclear pero Ucrania era una zona atrasada situada en el mundo "comunista" y eso le daba un carácter de algo que solo sucedía en zonas como esa, alejada de la seguridad de todo tipo que proporciona el bienestar y la riqueza.
Ha sido el caso de las centrales nucleares japonesas, ejemplificadas en la de Fukushima, la que ha globalizado la sensación del peligro para la vida humana sobre el planeta que significan las nucleares. Si Japón rico, líder tecnológico, y con un pueblo con justa fama de ordenado y disciplinado, se ha visto indefenso y torpe ante las radiaciones nucleares, nos podemos imaginar lo que puede suceder en países con menos recursos.
Un reducido número de ecologistas se han opuesto siempre a las nucleares ante la indiferencia o escepticismo de los más. Otros, sin llegar a las posiciones de ecologismo radical, que a veces roza una vuelta a un mundo de simplicidad rural opuesto a casi todo avance tecnológico, si admiten que el mundo no puede seguir en esta marcha sin fin hacia la auto destrucción del medio ambiente.
Los llamados a controlar las emisiones, la invasión del plástico, la continúa agresión a los recursos naturales, la contaminación de los ríos y los mares, etc. han llevado a las tesis del calentamiento global, del agujero de la capa de ozono, que se ha tratado de negar por los más radicales portavoces de los intereses industriales.
Siempre indiferentes a todo lo que no sea incrementar sus beneficios, se nos dice que el crecimiento económico, que conlleva el bienestar, implica mayor consumo energético, de petróleo, de gas, de electricidad, y por ende, mayor contaminación ambiental. Es el precio a pagar por el desarrollo. ¿La alternativa es ir al tiempo de las fogatas, de las lámparas de gas o al uso de las velas?
En el año 2000 durante la coalición "rojiverde" (de socialdemócratas y Verdes) Alemania decidió que se pondría fin al uso de las nucleares. Angela Merkel cuando llegó al gobierno se opuso a esta moratoria nuclear. Hace seis meses defendió el uso de la energía nuclear. Hace apenas tres días, sin embargo, se ha desdicho y anuncia que Alemania cerrara siete de sus 17 centrales nucleares y que en diez años no habrá centrales nucleares en Alemania.
¿Cuál es el motivo de este giro? Sin duda, la catástrofe de Fukushima y el temor que ha causado en la población, y en segundo lugar, los votos en contra de los cristianos demócratas en las últimas elecciones regionales que ponen en peligro su liderazgo y la continuidad en el gobierno.
Así pues, la Merkel "ecologista" es un producto natural de la orientación del voto ciudadano no de una conversión interior pero lo importante, en suma, es la decisión que ha adoptado. Decisión que no está exenta de críticas. Por oportunismo político, de parte de la izquierda, y por el coste económico que conllevará para el estado esta medida, en otro sector.
Pasar de la era nuclear a la era solar y eólica significará un coste anual para el estado alemán calculado por algunos diarios alemanes en 2000 millardos de euros. Alemania para suplir sus necesidades energéticas deberá incrementar sus importaciones de gas ruso y de energía eléctrica nuclear francesa, hasta que pueda desarrollar recursos energéticos alternativos.
Lo positivo es que Alemania puede convertirse en la locomotora de las energías alternativas en el mundo basada en una ingente inversión en I+D+I. Ello propiciaría el fin progresivo o gradual de las energías fósiles y tendríamos la capacidad de utilizar de manera más limpia, y quizás más económica, la energía solar en el transporte público, los automóviles eléctricos, la calefacción de los edificios y las viviendas, los aparatos electrodomésticos, etc.
Aunque hubiera sido mejor que esta medida se hubiera adoptado para el conjunto de la UE y no que fuera una decisión aislada alemana, desde mi punto de vista debe celebrarse, ya que el mecanismo de adopción de decisiones en la UE es lento, y hay importantes intereses nacionales y económicos que habrían impedido adoptar decisión alguna.
De manera, que al menos que un Estado tan importante como Alemania tome la decisión de cerrar la producción nuclear e impulsar las energías alternativas es una buena noticia para todos los que queremos un mundo viable. Con energías limpias y seguras, si ello conlleva, además, plantearse un nuevo tipo de civilización o modelo de convivencia social, aunque sea a más largo plazo, mejor que mejor.