“Haití organiza un nuevo ejército, con quinta columna en República Dominicana. ¡Cojan los defensores de nuestros enemigos históricos!”
La muerte de la activista Sonia Pierre ha conmovido a muchos. Confío que habrá sensibilizado a otros que no entendían su lucha. Esa lucha que la sobrevive, que está tan lejos del fin. Como prueba, cito más arriba el comentario de un tuitero dominicano. Dejemos los miedos insensatos y pongámosle cabeza al asunto. Si enemigos históricos tenemos, somos nosotros mismos.
Los nacionalistas buscan ampararse en la lucha trinitaria y en el período de la ocupación haitiana. La paranoia reduce la historia a buenos y malos. Contextualicemos. En el Haití español de Nuñez de Cáceres no existía un sentimiento de unidad nacional. No había patria por defender, sino intereses de pequeños burgueses. Abandonados por la colonia, con poco intercambio y productividad, faltaban elementos de cohesión social. Haití era mucho más rico, había derrotado a los franceses y enarbolaba ideas de libertad. La emancipación de esclavos, y la participación de negros y mulatos en la cosa pública sedujeron a la gran mayoría de los habitantes de la parte oriental de la isla. Los burgueses españoles eran minorías. Haití, al entrar a nuestro territorio, encontró muy poca resistencia.
El rechazo a la ocupación vino después. Un sentimiento que se fue incubando poco a poco. Si hoy no somos haitianos es porque no se trabajó por una verdadera integración, y no porque fuese imposible la convivencia. Los blancos tenían prohibido poseer tierras, y los ciudadanos del lado español fueron rebajados a ciudadanos de segunda. Fueron las injusticias las que permitieron que surgiera un cierto sentimiento de identidad colectiva, y apenas. Los abanderados del protectorado o de la anexión sobraban.
El acento se ha puesto demasiado sobre la lucha contra los haitianos. Queda por rescatar las alianzas y colaboraciones de los trinitarios con los sectores liberales y anti-boyeristas de Haití. Esa historia que está ahí, y de la que los nacionalistas no hablan. La historia de los nacionalistas ha buscado enterrar las luchas sociales de la misma manera que la interpretación de la historia y la política durante la Guerra fría. Defender derechos, luchar por la justicia social no lo hace a uno un traidor o un comunista.
“El grajo de esos invasores se lo fumarán ustedes por indolentes pendejos y estúpidos”
Ésta fue una de las respuestas del tuitero a mis replicas. Nuestros enemigos históricos no son los haitianos. Tampoco lo es el grajo, que es hijo del trabajo. Sí lo son los prejuicios que estrechan la vista y el espíritu. ¿De qué le sirve haber cursado “500 créditos para no pegar bloques” si no le dan para ver que son esas actitudes las que preservan el sistema?
Para acabar con la trata humana se debe terminar con el comercio, no con el esclavo. Todos saben dónde están los indocumentados. Trabajan para los que prefieren pagar con un plato de comida, los mantienen las mafias fronterizas e intentan borrar a los haitianos del mapa jurídico. Los que piensan que grajo y dinero están por encima de la gente y sus derechos. Contra ellos la lucha inacabada de Sonia Pierre.
Es más fácil mantener los haitianos en un limbo que llamar a los empresarios a la legalidad. Es mucho más sencillo sostener nuestras industrias a base de explotación que de modernización.
Nuestros enemigos históricos están entre nosotros. Son aquellos que decapitan las ideas progresistas, desde los trinitarios a nuestros días. Los que se resisten a invertir en educación. Los que creen que por tener un título en la mano o una maestría en el extranjero son mejores que el ciudadano de a pie. Los que no se dan cuenta que avanzar en nuestro país es un lujo de pocos. Nuestros enemigos son los que han hecho de la corrupción una cultura, los que corrompen la consciencia del pueblo para permanecer en el poder. Son los que no tienen “la patología de la libertad” y los que se llenan la boca, y el bolsillo, con el “crecimiento económico”. Son los que creen que la gente vale lo que vale su cuenta bancaria.
Amigo tuitero, lo difícil no es fumarse el grajo del obrero, sino soportar el hedor de quien se perfuma con el trabajo de la gente.
¿Es sostenible la neo-esclavitud? ¿Hasta cuándo buscaremos los enemigos que no tenemos en nuestros vecinos? Las causas de nuestro subdesarrollo están aquí, ellas rigen nuestros intercambios, ellas nos gobiernan. Nuestros enemigos históricos…