He querido insistir con este tema porque estamos viendo con frecuencia como el Gobierno Central hace esfuerzos extraordinarios para informar y anunciar el crecimiento que ha mostrado la economía.

Ciertamente las cifras del Banco Central y otros organismos oficiales muestran un crecimiento promedio anual del PIB de unos 4.5% para los últimos 6 años.

Pero por otro lado tenemos que la deuda pública consolidada, durante ese mismo periodo, ha crecido en promedio un 6.1% anual. Tenemos que el endeudamiento creció un 12% más que el PIB.  En otras palabras, podemos decir que para que el PIB crezca US$1.00, nosotros tuvimos que contratar préstamos por US$1.12. Llegando el endeudamiento a montos inimaginables que ha alcanzado a casi el 50% del PIB, provocando esto que el pago que tenemos que hacer en intereses sea el segundo mayor en nuestro Presupuesto, después del de Educación.  Entonces vale la pregunta: ¿ Qué se hizo con los doce centavos adicionales por cada dólar tomado en financiamiento?

Me hago esta pregunta porque en la universidad, y luego durante los años de entrenamiento, me enseñaron que los proyectos se financian en una proporción de su costo total, no se financian en un 100%, ni mucho menos con mayor cantidad. El interesado debe asumir con recursos propios una proporción del total del proyecto, por dos razones fundamentales, un aporte que  haga sentir cierta obligación a los promotores para que el proyecto sea exitoso, y segundo para que la entidad financiera tenga un margen sobre la garantía del proyecto que financia. Además, esto asegura que el proyecto aporte un valor agregado proporcional a la incidencia que tenga en la economía.

Esto es una política inviolable en el sector privado y en los organismos internacionales de financiamientos, por lo que debe estar pasando una de dos cosas, o las dos cosas, en el caso nuestro. O estamos sobrevaluando los proyectos para no tener que aportar la partida local que nos corresponde, o los proyectos no aportan  a la economía el valor agregado esperado, y por lo tanto el endeudamiento ha crecido en mayor proporción que el PIB.

Ambos casos demuestran que necesitamos la figura de un Contralor que supervise que los fondos provenientes de financiamientos cuenten con sus respectivos contra-partidas, y/o que se apliquen correctamente para completar las obras o proyectos en el plazo estimado, a fin de que ejerzan influencias en la economía para el tiempo que fue planificado, por lo que pueda aportar el valor agregado deseado.

Debe tomar en consideración que el endeudamiento, por encima de todo, debe procurar que los proyectos promovidos sean suficientemente exitosos para que el valor agregado que aporten a la economía genere recursos suficientes para cubrir sus costos, incluyendo su repago.

También, insisto que debemos ser más flexibles en la aprobación de proyectos turísticos, cuyas inversiones  no requieren de contra-partidas locales y por ser inversiones del sector privado se realizan en el plazo estimado y comienzan a aportar a la economía casi de manera inmediata.

En resumen, no continuemos con esta carrera alcista del endeudamiento público, al parecer alocado, porque podría provocar una situación de falta de pago. Aseguremos que cada financiamiento sea para el desarrollo de un proyecto viable, exitoso y que genere los recursos para que pueda pagarse por sí mismo.