Cuando se publican los resultados de una encuesta que da los posicionamientos de las fuerzas políticas envueltas en un proceso electoral, surgen reacciones  diversas. No extraña que los favorecidos, las acepten y quienes resultan peor valorados las rechacen y descalifiquen.

Los resultados también generan rumores que dejan muy mal parada la responsabilidad de las encuestadoras. Estos pueden provenir del interior de alguna de las fuerzas políticas valoradas, ya sea para reforzar su posicionamiento o descalificar el de su adversario. Pero también pueden originarse en hechos reales y ocultos en torno a la realización de las encuestas, los cuales en alguna forma se filtran a los medios o se trasmiten de boca en boca.  Las encuestadoras se han hecho vulnerables al descrédito porque a veces ponen en juego su prestigio cuando se prestan  a falsear resultados que favorecen a las organizaciones políticas más "generosas".

Partidos políticos menos escrupulosos utilizan la alteración de resultados auténticos para crear percepción contraria en una situación electoral que no les favorece. Esto ha ocasionado reducción en la credibilidad sobre los resultados que emiten las encuestadoras. Cuantiosas gratificaciones hechas por los interesados cuando intervienen ocultamente con jugosas ofertas en algunas de las aristas del proceso de las encuestas (la empresa encuestadora, el periódico que la pública o quienes hacen el trabajo de campo), incentivan la alteración de un trabajo que pierde toda confiabilidad.

Las manipulaciones y sobornos pueden escapar al control de las partes más serias envueltas en la realización y publicación de la encuesta, pero en ocasiones, los rumores también tocan a propietarios de medios que se hacen complacientes con sectores políticos poderosos y con capacidad de favorecer o perjudicar sus empresas y capitales.

Los peledeístas ejercen la política de una manera maquiavélica y metódica, calculando resultados en base a acciones específicas para conseguirlos. Creen en la importancia de la influencia de la percepción de los hechos para influir en la voluntad de la gente para decidir por quién votar. Los estrategas del PLD creen en eso y no hacen nada sin planificación ni dejan que las cosas sucedan al azar.

Hasta el mes de agosto se estuvieron haciendo varias encuestas que siempre daban a Hipólito Mejía por encima de Danilo Medina con un amplio margen de diferencia que oscilaba entre 10 y 16 puntos. Una situación muy desfavorable para el candidato peledeísta. Sus asesores pudieron recomendarle algunas medidas para subsanarlas; 1ero., a finales de agosto, nombraron a Francisco Javier García como Coordinador General de Campaña y emprendieron una agresiva campaña publicitaria por radio, televisión, redes sociales, vallas, etc.. La publicación de una serie de encuestas "maquilladas", pareció un punto muy importante en esta estrategia

Las expectativas que se cifraron en esta arremetida publicitaria fueron más allá de lo posible. Aspiraban a mucho más de las posibilidades reales de un candidato que arrastra el lastre del gobierno peor valorado en América.

Se filtró en algunos medios que el PLD había puesto en marcha el desarrollo de una estrategia con el propósito de cambiar la percepción que existía de que Hipólito Mejía sería el ganador en las próximas elecciones.  Creíbles resultados de trabajos realizados por el Centro Económico del Cibao, de la Gallup y otras encuestadoras, así lo afirmaban. Era una diferencia que parecía insuperable para un candidato tan débil como Danilo Medina, aunque faltaran 8 meses para las elecciones.

Ante  la estrategia elaborada, el candidato peledeístas expresó que en el mes de noviembre, él tendría un posicionamiento por encima de Hipólito Mejía. Era una anticipación de los resultados que serían ofrecidos para esa fecha según el plan elaborado y el cronograma de ejecución que se había establecido, no porque fuera posible una alteración significativa de una diferencia  insalvable, por lo menos, en tan corto tiempo.

Entre la primera mitad de octubre y la segunda de noviembre, el PLD dio a conocer varias encuestas  cuyos resultados respondían a sus propósitos.  Los valores porcentuales se acercaban, igualaban o superaban el posicionamiento del candidato perredeísta. Danilo Medina era colocado gradualmente "muy cerca", en "un empate técnico" o "superando" a Hipólito Mejía con algunos puntos.  Eran números que correspondían a lo que el PLD quería que la gente creyera, no a lo que estaba sucediendo con el electorado nacional.

Para el mes de octubre se esperaba un próximo trabajo de Gallup, pero este no se publicó en el  momento esperado. Comenzó a correr el rumor de que la gente del PLD estaba dando un  seguimiento cercado a los trabajos de campo que hacía esta encuestadora. Los números no debían favorecer al candidato del PRD en la forma que aparecía en los trabajos anteriores. Intervendrían para que  un primer trabajo de campo, que daba resultados similares a las encuestas que ya había publicado esa empresa, no fuera utilizado en el informe final. El oficialismo presionaría  para que se repitiera este trabajo en un  escenario  acondicionado para otros resultados. Esto explicaba el retraso de la publicación de los números finales. Cuando fueron ofrecidos el 21 de noviembre, Hipólito aparecía con 47.9 y Danilo con 42.6 %.  Estos números se aproximaban al propósito esperado por los estrategas de la campaña de Danilo sobre un "crecimiento" de su posicionamiento.

En cuanto a Hipólito, al día siguiente de emitido estos resultados, Francisco Javier García tenía el tupé de expresar  "inconformidad" con la encuestadora, porque "era incomprensible" que el candidato opositor no tuviera menos puntuación. Asumía que si Danilo había subido tanto, Hipólito debió bajar en la misma medida. Todo un maestro de la farsa y la manipulación, donde  el engaño aparece tras la petulancia y la pose olímpica para impresionar con la "propiedad" de un discurso de falsedades.

Otros dirigentes peledeístas y sus comunicadores "imparciales y objetivos" se regocijan con estos resultados por el "gran" avance de Danilo y porque Hipólito "ha llegado a su tope". La reacción de la vocinglería peledeísta, respondía a la estrategia que se había elaborado desde meses anteriores, aunque nada había sucedido que provocara los "cambios" en las preferencias electorales que se estaban ofreciendo. Se había creado la percepción  a base de mentiras y papeletas.

Aunque es difícil aportar las pruebas, el rumor público dice que para que esos resultados fueran dados en esta forma, los responsables de la campaña del candidato oficial tuvieron que desprenderse de 80 millones de pesos. Una bagatela para la inmensa cantidad de recurso de que disponen  a través del apoyo del gobierno.

Las informaciones referentes a la manipulación de las encuestadoras y la alteración de los datos publicados, responden a rumores que corren de boca en boca y que algunos medios dan a conocer como tales. Son en definitiva, teorías improbables que tanto pueden responder a fines malsanos como a la realidad. Lo mismo sucede con la información sobre la articulación de  una supuesta estrategia para engañar a la opinión pública a través de esos resultados alterados. Si esta última versión ha sido fraguada y nadie aporta argumentos que desmientan, los datos ofrecidos se asumen como ciertos y las ideas perversas logran sus objetivos.  Vale entonces, para neutralizar la intención nociva de uno u otros propósitos, que estas informaciones se publiquen, aunque se trate de simple rumores.