¿Qué mueve o motiva el comportamiento de los votantes en un contexto electoral? ¿Por qué las personas tienen las percepciones que tienen?
Las reacciones del electorado son tema de investigaciones y planteamientos desde la óptica de las diferentes disciplinas que estudian los patrones culturales que rodean la vida de las personas y la realidad en que se desenvuelven, matizados por el simbolismo que se alimenta de los valores, las creencias, las actitudes y los hábitos, que son la base para la construcción del imaginario social de la gente.
Saber qué mueve o motiva a los votantes en una coyuntura o contexto electoral es una interrogante que ocupa a la ciencia política, la sociología, la antropología, la psicología y la mercadotecnia política, pero, sobre todo, a los políticos y candidatos quienes tratan de incidir en la conducta y el comportamiento de las y los ciudadanos frente a la decisión de votar en la contienda electoral.
Para abordar el análisis de la conducta político-electoral he tomado en cuenta la teoría sociológica, psicológica y la racional. Desde la teoría sociológica se destacan los rasgos sociales, las características socio demográficas y la influencia de grupos, como factores que explican la decisión del voto.
La teoría psicológica propone la revisión e influencia de la identificación partidista como elemento explicativo del voto, mientras que la teoría racional, más conocida como la teoría de la elección racional, considera la evaluación que los ciudadanos hacen, o pueden hacer, de la gestión del partido de gobierno, de las características y habilidades de los candidatos, así como de la posición de estos sobre diversos tópicos. De esta manera el ciudadano establece una relación costo/beneficio y se convierte en un posible determinante del voto.
Constituye un reto profundizar en el campo de la cultura política y la participación ciudadana por considerarlos, sin duda, ingredientes relevantes en el desarrollo de una sociedad que aspira a vivir en democracia.
En ese sentido la cultura política se entiende como un factor de progreso, idea estrechamente vinculada a la participación ciudadana y cuya fuerza radica en la implicación consciente de la ciudadanía en los asuntos públicos que, como principio, generan corresponsabilidad en los individuos como miembros de una comunidad.
Por consiguiente, los niveles de cultura política y complicidad ciudadana tienen que ver no solamente con la democracia como forma de vida, sino con el estado de bienestar en el presente de una sociedad y, al mismo tiempo, explican la noción de los compromisos que habrán de orientar en el futuro el trabajo de las instituciones, es decir, el conjunto de desafíos por resolver.
En el actual escenario político y electoral, las encuestas ganan espacio como instrumentos de medición utilizados para estudiar el comportamiento del electorado, partiendo de la necesidad que tienen los candidatos y partidos políticos de conocer las concepciones y representaciones que tiene la población sobre el papel de la ciudadanía en un contexto democrático, así como la percepción que tienen de la política, el poder, la autoridad y su propia participación.
Debido a su creciente popularidad, las encuestas son el termómetro con que medimos la temperatura electoral y en nuestro país sirven para conocer las tendencias entre los candidatos a puestos de elección popular. Su secreto es que gracias a ellas podemos convertir datos cualitativos en cuantitativos, para finalmente transformarlos en decisiones y acciones que impacten en la percepción de las personas sobre candidaturas o partidos, para que ejerzan un voto consciente y motivado.
A menos de un mes de la contienda electoral, estamos frente a una guerra desenfrenada de cifras, que, de una manera u otra, han ido acomodando el escenario electoral, pero la encuesta definitiva será el día 5 de julio, cuando llegue la hora de que cada persona ejerza su derecho al voto. Hasta entonces seguiremos consumiendo los resultados voraces que nos muestran firmas reconocidas, medios de comunicación y también las redes sociales.
Las personas seguiremos siendo sensibles a la percepción, al imaginario, cautivas de aquellos candidatos cuyos mensajes y acciones muevan nuestras emociones y empatía y con cuyos comportamientos nos identifiquemos.
Así pues, ganarán la carrera electoral quienes apuesten en esta coyuntura a producir y reproducir mensajes y acciones que lleven esperanza, solidaridad y transparencia. Recordemos siempre que la percepción es parte de la realidad política y refleja en las encuestas la fotografía de un momento, que se convertirá en resultados el día D.