Un ejemplo de que la realidad no existe en la percepción creada por las “encuestas” es Fidel Santana, el candidato del Frente Amplio; con una actividad continua a nivel nacional; persona conocida, que además de ser un candidato presente en la vida nacional, ha encabezado durante años grandes luchas nacionales; es profesor y parte de un programa de Extensión en la UASD, donde distribuidas en todas las regiones del país se mueven más de 250 mil personas, muchas de las cuales lo vieron crecer allí como dirigente estudiantil de primera fila. Por demás, el Frente Amplio tiene 107 comités municipales, integrados por líderes locales reconocidos que desarrollan una actividad permanente durante todo el año.
Pero no se les incluye en las “encuestas”. Como hasta que la Gallup tronó algunas no incluían a Guillermo Moreno más que en el cuadro de “Otros”; en el que, hay constancia, todavía algunas ubican a Eduardo Estrella, Max Puig, Patria para Todos, y hasta al mismo Quique Antún, que es mucho decir.
Creo que las encuestas son un medio confiable de obtener datos de la realidad y por tanto no las descalifico. Pero hay encuestas y “encuestas”. Las primeras se hacen con rigor, y de hecho aquí en el país se hacen o resultan en datos que se corresponden con la realidad.
Las segundas suelen fabricar escenarios y resultados, o se diseñan de tal manera que den los datos que se quieren, con fines de crear percepción; y una vez creada esa percepción se vuelva la realidad que se aspira.
Las que se hacen con rigor muchas veces no se hacen públicas y conducen a una línea de tareas para modificar la realidad en el sentido deseado; ayudan a los candidatos y partidos a fortalecer el trabajo proselitista en tales o cuales lugares y sectores con los discursos y propuestas apropiadas.
Este trabajo suele apoyarse con “encuestas” que vienen a ser una especie de ariete para abrir paso, crear receptividad, al trabajo que recomiendan las encuestas sin comillas. Cuando un candidato o partido aparece “bien posicionado”, llama la atención del público y esto le facilita la entrada al mismo.
Es una dialéctica; encuestas bien hechas aportan unos resultados y sobre estos se hacen otras “encuestas” dirigidas a crear una percepción. Y así una cadena de encuestas reales y “encuestas” pro percepción. Comentarios de opinión y declaraciones de terceros, más unas acciones (mítines, encuentros) convenientes al propósito, terminan convirtiendo la percepción en la realidad deseada.
El PLD ha sido especialista en este recurso. Ha manejado siempre con sinigual maestría el corolario nazi de propaganda, ideado y puesto en práctica por Goebbels, que tiene entre sus principios los de exageración, unanimidad, contagio y la desfiguración.
Los reeleccionistas actuales los manejan por diversos medios, y uno de ellos son las “encuestas” que dan al presidente una tasa de aceptación inflada, que no se corresponde con la realidad de las mayorías populares.
Exageran la aceptación pública del presidente. Mueven todas las bocinas posibles en torno a ese dato para hacer aparecer que hay unanimidad, y “suman” cada vez a otros sectores al relato para vender la idea del contagio. Y por supuesto, desfiguran los datos de los demás, le quitan o le ponen al resto, siempre sin perder el propósito.
Ni el Comandante Chávez con todas sus realizaciones populares y haber roto el esquema tradicional de dominio en Venezuela alcanzó nunca el nivel de aceptación que se dice tiene el presidente Danilo Medina.
El primer ministro Winston Churchill, héroe de la segunda guerra mundial, se fue a la reelección y perdió en las primeras elecciones celebradas en Inglaterra tras el término de esa contienda.
Pero las “encuestas” han alcanzado tal poder de crear percepción que muchas gentes se están creyendo que de verdad el presidente Medina goza de la popularidad que le dan esos estudios y que es imbatible.
Las “encuestas”, la división de los opositores y la no oposición al gobierno, tienen al presidente por las nubes.