Luego de las movilizaciones populares recientes, ha quedado demostrada claramente la negativa del pueblo a resignarse a las embestidas irresponsables del gobierno. En medio del disgusto, reaparece en los medios televisivos, como llegado de una conferencia internacional, el ex presidente Fernández intentado explicar el monstruoso déficit de las cuentas nacionales.
Confiándose en su arraigado y expresado criterio de que el pueblo dominicano es incapaz de “conceptualizar”, el Dr. Fernández presentó argumentos infantiles, desnaturalizados y claramente incorrectos cuando pretendió igualar los déficits de naciones industrializadas, con servicios de educación y sanitarios de calidad y de total cobertura, con el desastroso resultado de sus administraciones. Si bien es cierto que en dichas naciones puede haber déficit fiscal, no menos cierto es que la calidad de vida en dichos países son infinitamente superiores a la media en que viven los dominicanos.
Sin embargo, al presentar sus “argumentos”, trató el Dr. Fernández de escurrir el bulto, pues las protestas que han estallado en todo el territorio nacional no se sustentan en la existencia del déficit del erario, sino mas bien en el origen del mismo: violación de las leyes de presupuesto; violación de las leyes de contrataciones de obras del Estado; violación de las leyes de educación; violación de las leyes electorales; y de violar el mandato constitucional de perseguir la corrupción. No aportó nada a la población el ex presidente que tuviera que ver con sus protestas.
No solo se compromete la responsabilidad penal cuando se participa activamente en la sustracción de lo ajeno. También compromete su responsabilidad el que activa o pasivamente encubre a quienes han sustraído lo ajeno. En este caso, lo ajeno es el dinero del pueblo. El encubrimiento ejecutado por el presidente Fernández lo compromete indefectiblemente.
Si bien es cierto que a todo el mundo le asiste el derecho de defensa, y se le debe respetar; al intentar ejercerlo, el Dr. Fernández quedó más comprometido en las actuaciones dolosas cometidas contra el Estado dominicano. Y, como si fuera poco, avivó aun más la llama que ilumina el sendero por donde transcurren las movilizaciones populares. Y de paso, le enrarece el ambiente donde debe gobernar el Presidente Medina.