La crisis de Ucrania se está convirtiendo en el juego de las verdades a medias o, si vemos la botella medio vacía, de las medias mentiras. Enunciaré sólo algunas de las ideas o pensamientos que se pueden trasladar a través de las informaciones que recibimos cada día:

“El gobierno de Ucrania es un Gobierno legítimo reconocido por la mayoría de la comunidad internacional”. Sin embargo, se trata de un gobierno interino, fundamentalmente bendecido por la Unión Europea y los Estados Unidos, con viaje  legitimador del vicepresidente Joe Biden. Gobierno, presidente y primer ministro, que no han salido de las urnas sino de un movimiento parlamentario de dudosa constitucionalidad.

“Las protestas de Maidán perseguían la democratización del país y el derrocamiento del proruso Yanukovich”. Que el ex presidente ucraniano era un autócrata nadie lo puede negar y que repelió las protestas a sangre y fuego es también una evidencia difícil de desmentir. No obstante, el movimiento que dio lugar a la deposición de Yanukovich estaba compuesto por una variopinta amalgama de grupos e intereses. Junto a los proeuropeos que querían cambiar radicalmente las bases mismas de su país e iniciar un camino con la Unión Europea, en Maidán también había ultranacionalistas, fascistas y los tentáculos de los tradicionales oligarcas ucranianos que han controlado la política y han forjado extraordinarias fortunas personales, apoyando cuando les ha interesado al Gobierno de Kiev.

“El referéndum sobre Crimea es la expresión libre de la voluntad de la ciudadanía”. La consulta patrocinada por Rusia en la península de Crimea, la consecuente separación de Ucrania y su unión a la antigua madre patria, es directamente inconstitucional y atenta contra las leyes internacionales. Pero hoy es una realidad incontestable y nadie parece dispuesto a revertirla.

“Estados Unidos y la Unión Europea van a aplicar importantes sanciones a Rusia para hacer que Moscú rectifique su actitud y corrija los errores cometidos”. Las sanciones contra Rusia, que llenaron la boca de los dirigentes de Europa y de Estados Unidos, no han sido más que pequeños gestos que no han provocado ninguna preocupación ni en las autoridades de Moscú ni en las multimillonarias fortunas que apoyan a Putin. Una gran parte de países de la Unión Europea, empezando por Alemania, no quieren ni oír hablar de sanciones contundentes a Rusia, no vaya a ser que Putin se enfade y corte el grifo del gas y de las inversiones, y eso perjudique al proceso de recuperación económica de la vieja Europa.

“Estados Unidos va a aislar a Rusia en la escena internacional”. La supuesta estrategia de asilamiento de Rusia por parte de la comunidad internacional  y de Estados Unidos, ha supuesto que Putin tenga, después de anexionarse Crimea, inmejorables relaciones con China o con India, y que cuente con una creciente simpatía de Brasil o de muchos otros países, que desconfían de la omnipotencia estadounidense.

“Los acuerdos de Ginebra van a ser el principio del fin de la crisis y el comienzo de la estabilización de Ucrania”. Los militares que ocuparon Crimea antes del referéndum no tenían distintivos del ejército ruso, pero todo el mundo sabía que habían sido enviados por Moscú. Los activistas pro rusos, armados y uniformados, que operan en la zona oriental de Ucrania han sido desautorizados por Moscú, pero ellos a quién piden ayuda y armas es a Putin. Kiev dice que quiere cumplir los acuerdos de Ginebra, pero deja que campen a sus anchas los ultranacionalistas ucranianos hostigando a tiros a los grupos prorusos, y desde hace 48 horas el propio Gobierno ha decidido pasar a la acción militar contra ellos.

El suma y sigue de acciones, declaraciones y movimientos de los jugadores intervinientes en el tablero ucraniano, aparentan una cosa pero quieren o pueden decir otra muy distinta. Y mientras nadie hable claro, muestre sus auténticas intenciones y actúe en consecuencia será muy difícil llegar a una solución que estabilice el país.