La irresponsabilidad es parte de la idiosincrasia del dominicano, en todos los estratos de nuestra corrupta sociedad antillana. Es increíble como en medio de una pandemia que ha puesto en pausa al planeta en su totalidad, continuamos siendo participes de prácticas que atentan contra la salud colectiva de nuestro país. En solo unos pocos días, hemos visto diferentes casos que nos ponen a pensar sobre la carencia de empatía y sentido común que muchos compatriotas padecen.
La diseñadora Jenny Polanco llegó hace unos días de Madrid, uno de los focos más importantes del COVID-19. En vez de ponerse en cuarentena, como un ser humano responsable, empezó a frecuentar diversos eventos sociales y establecimientos comerciales. Aunque su paso por España no era determinante para poder contraer esta enfermedad, era muy probable que pudiese contagiarse. Efectivamente, la susodicha se encuentra en estado crítico, pudiendo haber infectado a otros durante el proceso de incubación del virus.
Finalmente, la pseudo monarquía morada nos vuelve a deleitar con su incompetencia y carencia de dotes de mando
En otro orden de ideas, el pasado sábado, la oligarquía dominicana celebró la boda de dos de sus miembros en una suntuosa recepción en Cap Cana. A la fecha, ya había más de una decena de casos confirmados. Al parecer, el sentido común se fue de fiesta y dejó a los asistentes desamparados, pues la hora loca fue una sátira al coronavirus, propia más bien de Charlie Hebdo. Lamentablemente para nuestra nación, ya se han señalado varios casos positivos de COVID-19 entre los invitados. En los próximos días, seguramente se unirán más.
De igual forma, las clases más bajas se han quejado de que no pueden sostener a sus hogares durante el proceso de la cuarentena. Es bien cierto que existe una gran posibilidad de que la República Dominicana entre en un periodo de recesión económica, donde será su población más pobre quien sufrirá en mayor medida los efectos de esta crisis. A pesar de esto, es bueno mencionar que son muchos los hogares dominicanos que invierten sus sueldos y ahorros en actividades triviales, por lo que no tienen ningún tipo de fondos para poder subsistir en estos crueles momentos.
Finalmente, la pseudo monarquía morada nos vuelve a deleitar con su incompetencia y carencia de dotes de mando. El monarca sin corona, con ayuda de la nobleza vagabunda, hizo un milagro al decretar medidas bastante positivas para contrarrestar la situación. Sin embargo, al mismo tiempo, meten la pata al querer pagar casi USD$400MM a Odebrecht y al comprar la primera plana de los principales periódicos para hacerle publicidad al Ministerio de Obras Públicas. En medio de una pandemia que desestabilizará a la frágil economía nacional, los esbirros siguen despilfarrando el erario.
Nuestra irresponsabilidad tendrá consecuencias y todos, sin exclusión alguna, seremos esclavos de nuestras acciones. Los invito a quedarse en casa y a empezar a poner en práctica la prudencia y la responsabilidad.