Escribir en broma es algo serio. Podría pensarse que no. Podría pensarse que cuando se escribe sobre temas críticos para nuestro destino como nación, por ejemplo, debe hacerse con excesiva solemnidad, con infinita gravedad. Creo que no. Creo que el humor es – en dosis moderadas – necesario. Y mucho en los tiempos que corren.
En primer lugar es de todos sabido que coger las cosas demasiado en serio es tan perjudicial como cogerlo todo de relajo. Que todo exceso es pernicioso. Al agregar algo de ironía y de humor al análisis de un problema, el mismo parece menos grande, más fácil de resolver. Esto así porque bromear permite perderle el miedo, ayudándonos a comprenderlo mejor y a dar el primer paso para su resolución. Escribir siempre en serio equivale a manifestar preocupaciones. Y las preocupaciones son inútiles. Ya lo dijo el Cristo; “No se preocupen, ocúpense”.
El humor permite afrontar las situaciones más difíciles de la vida. Ahí está el ejemplo de los judíos. Siempre han tenido un particular sentido del humor. Creo que el mismo les ha permitido aliviarse de las tragedias a las que ha sido sometido. Los judíos no se toman nada completamente en serio, ni siquiera a ellos mismos. He aquí un ejemplo: “La única diferencia entre un terrorista y una madre judía es que los terroristas negocian”.
El humor es hasta un indicador de la madurez de una sociedad. En los países desarrollados los políticos son el blanco de las burlas de todos, desde los periodistas hasta el ciudadano de a pie. Estas burlas se hacen públicamente y son manifestaciones de una verdadera libertad de expresión. A este derecho tienen acceso todos los ciudadanos, incluyendo a los periodistas. En los países desarrollados, los periodistas no se toman a los políticos demasiado en serio. Una prensa que lo haga no es verdaderamente un cuarto poder.
Es por todo esto que invito a mis colegas columnistas a echar mano de vez en cuando al humor y la ironía. “Nunca discutas con un estúpido, la gente podría no ver la diferencia”, dice un dicho. “Nunca escribas siempre en serio sobre los políticos, la gente podría tomarte por un imbécil”, dice otro, que acabo de acuñar.