No cabe duda de que el presidente Medina, luego de quince meses de gobierno, en vez  de vez de reducir  su capital político, lo ha venido aumentando considerablemente, pero sobre lo que si se tiene duda es cómo y en qué lo invertirá en lo que resta de su mandato.

El capital político está compuesto de varios activos, entre los que están la popularidad, los niveles de aceptación, de credibilidad del político. Este capital se acumula con diferentes propósitos. Puede ser que un político lo acumule para llegar a ser candidato de su partido para cualquier posición electiva. Cuando ya se ha llegado a la posición entonces se le utiliza para dejar una huella importante en la gestión pública que le haya tocado, venciendo la resistencia que los cambios positivos siempre generan.

Prácticamente todo el mundo reconoce que el capital político del presidente Medina es alto en estos momentos.  No se trata de si a usted le gusta esto o no, pues está medido por las encuestas en términos de popularidad. Para confirmarlo cito una información de Acento. como.do publicada recientemente sobre la encuesta Latino Barómetro:

“Un dato relevante, sin embargo, que beneficia al presidente Danilo Medina es que el gobierno dominicano nunca ha mantenido tanto apoyo como el que concita el actual que encabeza Danilo Medina. Es el país que más apoyo brinda al gobierno, del conjunto de países de América Latina.”

Este capital político con que cuenta el presidente Medina puede ayudarlo a tomar decisiones difíciles que permitan reorientar la vida institucional de la República Dominicana a fin de lograr avances en materia de educación, pobreza, justicia, servicios públicos. La deuda social de nuestro país es tan alta que el presidente Medina deberá priorizar.

Aún cuando el presidente Medina ha sido el primero en cumplir con la Ley de Educación al asignar el 4% del PIB para la educación, sabe que eso no es suficiente. Basta con ver el desastre que quedó expuesto en la nómina del Ministerio de Educación. Las malas prácticas, el clientelismo, la corrupción hacen ineficiente al Estado, distraen fondos que son indispensables para adelantar la agenda social y por largos años ningún presidente de ningún partido ha querido enfrentar esta situación con medidas que por lo menos disminuyan estas prácticas que nos ahogan.

Si se examina desde el punto de vista político, emprender las acciones necesarias para revertir este estado de corrupción e ineficiencia requerirá de un presidente que cuente con el apoyo de la ciudadanía para poder contrarrestar todos los esfuerzos por socavarlo que vendrán de los sectores y personas que se benefician del actual estado de cosas. Eso solo lo podría hacer un presidente con un capital político importante.

El presidente Medina cuenta con el capital político para emprender el camino de lo que nunca se ha hecho, pero la pregunta es: ¿Lo hará?  Si lo intenta, contará con el apoyo de mucha gente. Si deja pasar la oportunidad habrá desperdiciado el capital político que posee sin invertirlo correctamente.