Un día como hoy salíamos a las calles, a manifestar al mundo sobre viejos y nuevos reclamos que nosotras las mujeres y los hombres de trabajo reivindicamos como clase frente a un Estado manipulador y arrogante que defiende y acepta las decisiones de una clase burguesa intolerante. Hoy no hay homenaje, estamos confinados mediante un dispositivo de autoridad que nos obliga a respetar las reglas para controlar, y así poder detener la pandemia por el Coronavirus.
Hoy no te veré en las calles. Te márchate Francisco Antonio Santos, al lugar de los sueños, a la memoria. Eres desde siempre un hombre de la historia. Ya no podré verte en las caminatas del Parque Enriquillo hasta la puerta del Conde, cantando el viejo himno obrero, “La Internacional”. No pasaré abrazarte y alegrarme por tu presencia y comentar sobre la política avasallante de un gobierno corrupto. Extraño tus palabras y direcciones para enfrentar a este grupo de petulantes que abuzan de la clase trabajadora.
El Gobierno de Danilo Medina se ha olvidado de la clase obrera. Su orden político ha sido inclinarse eróticamente con el empresariado explotador. Su genealogía partidaria legitima su sistema de poder para garantizar el control económico del grupo y homogenizar sus verdades y saberes como parámetro normalizado.
La sociedad dominicana está en la presencia de la disciplina. El rey está coronado y su apatía está signada por el castigo a una población trabajadora que no le favoreció en las urnas
Nuestros sindicatos están callados, algunos pactando con los gendarmes del poder, otros sin poder asumir una postura crítica frente a los actos que se repiten con pandemia o sin pandemia. Los despidos masivos de trabajadores y trabajadoras de diversos sectores productivos. Los mecanismos siempre han sido los mismos, reducir los salarios a la clase trabajadora y no pagarle las horas extras. Varios economistas han señalado medidas para reducir los sueldos de los/as obreros/as. Dichas estrategias solo garantizan la ganancia de los sectores capitalistas. Una historia repetida tantas veces, como las postalitas de Walt Disney. La originalidad, es ajena, frente a la posibilidad de los/as empresarios/as perder un peso.
Las quejas de cada día, es que la mayoría de dichos obreros/as no han recibido las prestaciones que por derecho le corresponde. La pandemia es hoy la excusa, ayer fue la caída de los mercados. No obstante, esa burguesía se prepara para recibir los recursos del pueblo. Dichas medidas siempre son solicitadas y tomada por el Estado, para salvar los intereses del gran capital. Verdades de Perogrullo.
La pandemia de Coronavirus muestra los juegos de los significantes de poder. Las alianzas certifican el robo histórico de la clase dominante. La sociedad dominicana está en la presencia de la disciplina. El rey está coronado y su apatía está signada por el castigo a una población trabajadora que no le favoreció en las urnas.
Mi amigo Antonio, te márchate sin mascarilla y sin necesitar esa limosna que ofrecen hoy, a los trabajadores y trabajadoras. La inequidad social y los abusos a la clase proletaria no la provoca el Coronavirus, sino la patología histórica que caracteriza al capitalismo, la de valorar los juegos del mercado y garantizar una fuerza de trabajo barata y reemplazable. Luchar por nuestros derechos no ha pasado de moda. La calle siempre será el lugar de las demandas. No obstante, existen otros espacios, tales como los medios de comunicación y los sindicatos, estos últimos son los medios para organizar la lucha. Francisco Antonio Santos, eres y serás siempre sindicalista. Y desde el confinamiento yo resisto.