La última pandemia que alertó al mundo fue la del Ébola y los Estados Unidos adjudicó el liderazgo internacional coordinando los esfuerzos para combatirla. A diferencia de la actual crisis sanitaria, Washington no presenta mucho interés en demostrar a China su liderazgo y el resto del mundo lo está observando. Sin embargo, China sí intenta sacarle partido a esta crisis sanitaria global causada por el Covid-19, la cual ha puesto en evidencia que se depende de este país del Asia Oriental para conseguir material sanitario.

Esta situación ha llevado a un debate sobre un cambio de estrategia desvencijando la economía estadounidense de sus fuertes lazos con China, y dentro de este debate Trump ha pronunciado desvincularse completamente de la economía china.  En una entrevista Trump se preguntaba: ¿Qué pasaría si cortamos toda la relación con China?  – Nos ahorraríamos 500 mil millones de dólares. – Se respondía. Trump no explico un desglose de esta cifra en términos de ganancias.

A lo mejor esto sería una solución radical, pero la pregunta es:

¿Puede realmente los Estados Unidos cortar todos los lazos con China?

Para comprender la naturaleza de esta crisis entre los Estados Unidos y China tenemos que remontarnos 40 años atrás. Todo empieza con Deng Xiaoping, quien sustituyó a Mao Zedong e implementó una serie de reformas económicas dejando atrás el experimento comunista maoísta que había llevado a China a un total desastre. Cuando Xiaoping logró tener el control del Partido Comunista Chino expulsó de su seno a los comunistas ortodoxos y seguidores de Mao.

Posteriormente, el Partido Comunista fue disminuyendo su control gubernamental sobre las vidas personales de los ciudadanos y permitiendo el arrendamiento privado de la agricultura, que se proyectó el aumento de incentivos en la producción agrícola. Además de la permisión del emprendimiento individual en los mercados populares de alimentos y abriéndose al capital foráneo de occidente. Esto les dio un giro a los acontecimientos y marcó la transición de una economía planificada socialista a una economía mixta con un carácter mercantil cada vez más expedita. A partir de aquel entonces, las relaciones de China con la Unión Soviética y su órbita fueron distanciándose y acusando a China de revisionista, ya que el dogmatismo soviético de Leonid Brézhnev no concebía ningún tipo de apertura.

Empero, el desarrollo económico no supuso un fin a la represión política. La disidencia en China fue violentamente reprimida en la Plaza Tiananmen en 1989, que por efecto conllevó por parte de varios países a la condena y sanciones hacia el gobierno chino. Un repudio enfatizado en los tiempos de las transformaciones esenciales causadas por el derrumbe del muro de Berlín y la caída de la cortina de hierro, que condujo a la consumación del bipolarismo mundial.