La vieja izquierda dominicana suele movilizarse con cada oportunidad que se presenta para protestar contra el sistema capitalista y los Estados Unidos y el rol que ese país se asigna en la comunidad internacional. Las inversiones extranjeras, especialmente en el área de la minería, ocupan un lugar preferente en sus objetivos, como lo vimos en el caso de Loma Miranda, con un gran despliegue en los medios. Sabemos por resultados electorales y encuestas recientes, que la población dominicana es esencialmente conservadora. Los partidos y coaliciones de izquierda jamás han obtenido un regidor en elecciones nacionales. Sin embargo, Fidel Castro, un viejo y enfermo tirano, visitó el país en varias ocasiones y ninguna organización organizó protestas o piquetes para repudiarlo. A pesar de su insignificante papel en la vida nacional, esos grupos minoritarios logran con sus actividades  una acogida en los medios que muchos partidos grandes no han  podido alcanzar.

Los argumentos que se esgrimen para justificar protestas contra Estados Unidos por las giras de sus mandatarios no tienen ya cabida ni lógica en un mundo globalizado, donde las barreras ideológicas que lo dividían fueron hace tiempo derribadas. Al parecer entre nosotros alguna gente no se ha enterado de ello, permaneciendo congelada en los glaciares de la guerra fría. Vietnam, que libró una de las guerras  más cruentas de la historia con Estados Unidos, restableció hace años relaciones plenas con esa nación y consciente de la realidad mundial suscribió un acuerdo de libre comercio que ha incrementado enormemente sus vínculos con Washington.

El izquierdismo dominicano es un raro ejemplar de la fauna ideológica. Ni en los países del antiguo bloque oriental europeo, ni en la misma Rusia, y mucho menos en China, esas cosas se toman en serio. Los chinos y los rusos mejoraron su economía cuando se dejaron de tonterías y abrieron sus mercados.