La gran mayoría de los dominicanos critica constantemente la falta de candidatos serios a las elecciones que se avecinan. Hay quienes dicen que ninguno sirve y otros que regalan loas de seriedad y honestidad a quienes no tienen ni un pelo de ambos adjetivos.

Es una injusticia decir que no hay ninguno serio y que todos son iguales. Por supuesto, estamos seguros de que tampoco todos son honestos. Aquellos que no critican, callan por un porqué manifiesto en una nominita o “nominota” (dependiendo del rango y la cercanía a esos políticos que no mencionan). No obstante, si son muy rápidos y agudos cuando se trata de aquellos que no se “manifiestan”. Pero también están aquellos que se resignan a hablar y comentar de política, como si les repugnara, o simplemente les importa un comino.

Yo soy y siempre he sido de los que sí critican, pero además observo con detenimiento y analizo cuáles son las mejores opciones. Siempre lo intento, y trato de comentarlo con mis amigos, de convencer a quienes no quieren ejercer su derecho por hastío o descontento. Y también a aquellos con poca información pero que hacen el esfuerzo.

Cuando vemos las opciones ciertamente surgen muchas dudas y contradicciones. No puedo dejar de preguntarme, por ejemplo; ¿votar por el PLD es botar el voto? ¿O votar por Guillermo Moreno también sería botarlo? Ciertamente, echar el voto por un partido que en más de diez años ha enriquecido sus filas y a quienes le rodean de manera vertiginosa generando un sinfín de denuncias de corrupción es botar el voto. Pero por otro lado, hacerlo por un candidato que no hace política como se acostumbra en este país, al que la mayoría ve con poca posibilidad de ganar, para muchos también lo es. Y ni hablar de Pelegrín, Minou o Abinader. Esa parte de la “oposición” ya ha participado del banquete, y en la cola tiene una mancha morada o blanca, la última no precisamente de cloro.

El panorama es oscuro, pero no sólo en el aspecto presidencial. También lo es en el Congreso nacional. Hay una cantidad tan grande de “políticos” deseando una entrada –tanto viejos conocidos como nuevos por conocer‒, que elegir se convierte en una aventura. En muchos casos, no conocemos su trayectoria o intenciones, porque lo único que vemos son afiches y anuncios con sus rostros en las vallas y en los medios. Nada de programas, nada de propuestas. ¿Cómo puedo estar seguro a la hora de votar por un regidor, alcalde, diputado o senador, si lo único que conozco es su cara y, en muchos casos, el sobrenombre? El día de las elecciones, cuando entre a la cabina a marcar los candidatos, ¿tendré que hacer un “tin marín de dos pingüé? ¿O dejo las casillas en blanco?

La política en República Dominicana tiene que dar un giro muy grande. Los ciudadanos necesitamos conocer a quienes nos van a representar. De la manera que votamos ahora no estamos ejerciendo un derecho con pleno conocimiento. Es más bien como jugar la lotería y esperar “pegar” todos los números o al menos unos cuantos para “coger algo”. ¡Pero al final del día no pegamos ni uno!

Por el momento, en sentido general todos estamos botando el voto, salvo aquellos que, como hemos dicho antes tienen su “picadera” o “tragantona”. Al final, todo depende de tus intereses como ciudadano interesado en lo que ocurre en la política de tu país. Es una cuestión de perspectiva, relatividad pura como todo en la vida.

Yo intentaré en estos meses nutrirme de informaciones sobre cada candidato, de buscar y rebuscar informaciones que me acerquen a saber más de ellos. Es parte de mi deber como ciudadano, y creo que lo deberíamos hacer todos juntos y compartirlo. Medios hay de sobra para ayudar a los demás a encontrarse más cerca de la verdad. Pero el día de las elecciones echaré mi boleta en urna, y trataré de no desperdiciar mi voto. ¿Por quién votaré? Aunque es secreto, quizá te lo diga el día antes.

¿Votarás o botarás tu voto?