Los finales siempre son finales y comienzos al mismo tiempo: final de una etapa e inicio de otra; final de un amor e inicio de la posibilidad de un nuevo encuentro; final de una vida e inicio de otra. Este es un gran regalo de Dios, pues la tristeza dura poco, la ilusión se renueva y la esperanza regresa una y otra vez.
En este último sábado del 2015 quiero apostar a la alegría, esa alegría que no siempre es música y baile, sino compañía en la tristeza y en los momentos difíciles.
Quiero apostar al crecimiento, pero no al que se logra cuando tenemos todas las oportunidades, sino a ese que cuesta, el que nos desangra y nos hace llorar más al final nos hace probar nuestra fuerza, voluntad y persistencia.
Quiero apostar a la unión, pero no sólo a esa que compartimos en una noche de navidad cuando toda la familia está reunida, sino a la que nos hace sentir cerca a pesar de la distancia, a la que acompaña por skype o por teléfono, esa que desbarata una fiesta y reúne a las personas en una noche de clínica por un evento inesperado.
Quiero apostar al dolor, ese que hace crecer y nos hace mejores personas, ese que tantas veces queremos evitar a los hijos e hijas, pero que es tan necesario para que desarrollen una buena autoestima y maduren.
En este último sábado del 2015 también quiero agradecer. Agradecer a Dios por el talento de escribir, aclaro que no es mío, me fue dado y así lo siento, de manera que para no tener problemas con la ley de derecho de autor, doy los créditos al hacedor de la vida y el amor. Agradezco que no lo planifiqué, sólo llegó, un día pasó sin proponérmelo y con el tiempo se ha convertido en una ilusión semanal y en un propósito.
Sobre todo agradezco a cada uno de mis pacientes que durante este año me han prestado sus historias para, maquilladas con datos de más o de menos, puedan servir a otras personas. Puedan ofrecer luz, alternativas de solución o simplemente ser espejo para que muchas personas más se miren, esta es una cuenta de ahorros que gana puntos de gracia para cuando los necesiten.
Estas historias son las que han permitido que este espacio se mantenga y tenga un propósito. Es como si el pago que estas personas hacen a la terapeuta se multiplicara por la cantidad de personas que comparten sus situaciones y con ellas pueden salir adelante y ser felices. Sólo de pensar esto me acoge la ternura y me maravilla recordar aquel encuentro casual que dio origen a estos artículos.
Gracias a cada uno de los pacientes que valientemente han ido a buscar ayuda pues su esfuerzo no sólo les ha servido a ellos y ellas sino a cada una de las personas que me leen cada sábado y encuentran soluciones a sus dolores, esto no tiene precio.
Agradezco también a cada una de las historias que desde la atención a mujeres víctimas de violencia he podido compartir desde esta área, pues es una manera de crear conciencia para el cambio hacia una sociedad más justa para las mujeres dominicanas, lo cual significa una mejor sociedad para nuestros hijos e hijas y una mayor posibilidad de desarrollo para el país.
En este último sábado del 2015 también agradezco la posibilidad de expresar a través de este medio mis propios dolores ya que de alguna manera o de muchas, sus historias son la mía propia y además por las veces en que me he desnudado en esta líneas, desmitificando el rol y ofreciéndome como ser humano que ríe, llora y ama.
Gracias del alma