Introducción

En este escrito no procuro hacer  un análisis de la enseñanza pública y privada en el país. Solamente quiero exponer mi opinión con relación a cómo  se ha desarrollado la enseñanza  de nuestros niños y niñas en el año escolar recién concluido.

I.-  La instrucción pública dirigida  desde el Estado

a.-   Cualquier  sociedad semejante a la nuestra, está organizada bajo  un orden social  que funciona de acuerdo   a leyes objetivas que determinan la vida y las actividades de las clases sociales.

 

b.- Una comunidad de personas físicas está dominada por ideas sociales, instituciones y órganos resultantes del sistema que predomina en un momento dado que, en última instancia, es el que  determina  las normas y principios de cómo  funcionará  la sociedad en su conjunto.

 

c.- Cada Estado se encarga de elaborar el conjunto de ideas, teorías y concepciones sociales que han de conformar el sistema educativo del país. De ahí que la conciencia social responde a las clases que tienen la dirección estatal por medio del gobierno central.

 

d.- Las diferentes administraciones que ha padecido el pueblo dominicano, se han encargado de ejecutar el modelo de instrucción pública que responde a la ideología de los grupos sociales que controlan  el poder del Estado. Con sus altas y sus bajas, aquí   la formación educativa se ha llevado  a cabo con normalidad, aunque con deficiencias sistémicas.

 

II.-  El Gobierno Dominicano, en el pasado año escolar se decidió por lo posible

 

1.- La práctica de la vida   hace comprender al ser humano que una cosa es a lo que aspira alcanzar, y otra la que le es posible obtener. Es normal tener  confianza en conseguir lo que se desea,  pero no siempre es posible materializar la esperanza.

 

2.- La pandemia que trajo la COVID-19, ha cambiado la realidad de todo el globo terráqueo; ha sacudido a todos  los sistemas y modelos económicos, avanzados y atrasados. Se ha perdido el curso normal de las actividades sociales de cualquier naturaleza.

 

3.- Partiendo de la complicación que se le presentó, el gobierno dominicano estaba frente a  una disyuntiva: la opción de aceptar que los niños y las niñas se quedaran en sus hogares sin hacer nada, u ofrecerle instrucción por medio de canales de televisión  y radio. De las alternativas escogió   la menos calamitosa.

 

4.- El presidente de la República Luis Abinader y el Ministro de Educación Roberto Fulcar,  al iniciar el año escolar ya concluido, no desconocían que estaban ante una coyuntura fuera de toda regla, totalmente infrecuente, anormal.

 

5.- La pandemia no dejó muchas posibilidades al gobierno  dominicano,  que tomó la decisión posible, aun con los riesgos que estaban de por medio tomando en consideración el cambio que significó impartir las clases sin hallarse presentes los estudiantes. La presencia escolar por primera vez  se  hizo ausente.

 

6.- La situación que se presentó fue la posibilidad de hacer algo, o la de no hacer nada, la facultad de ejecutar o comportarse indiferente con relación a impartir o no las clases. Esto me hace  recordar el razonamiento hecho por un maestro del derecho francés, que explica que  el dinero que como indemnización reciben los dolientes de una persona fallecida, luego de ser atropellada por un conductor desaprensivo, no calma su sufrimiento espiritual,  pero a falta de nada, cualquier suma es buena.

 

7.- La realidad resultante de la COVID-19, condicionó  al gobierno presidido por Luis Abinader, en lo que se refiere al pasado año escolar. Ante el factor accidental  de la pandemia, la imposibilidad de impartir la docencia presencial, impuso la instrucción por televisión y radio, lo que prueba que en la vida el factor circunstancial, accidental, a veces predomina.

 

8.- No basta la voluntad o determinación de obrar  de una u otra manera. A veces se imponen las circunstancias y,  entonces, hay que proceder como manda la coyuntura del momento.  La pandemia no era previsible  ni se podía evitar.

 

III.-  Al concluir el irregular año escolar, lamentos ni celebración, porque se hizo lo posible

 

9.- Al concluir el anormal  año escolar, no hay nada para conmemorar, festejar ni mucho menos resaltar. Basta con decir  que el gobierno hizo lo que,  dentro de sus posibilidades, podía hacer.

 

10.- El Presidente Abinader y el Ministro de Educación Roberto Fulcar, tienen justos motivos para con satisfacción decir que cumplieron porque obraron  hasta donde le fue posible, dentro de los marcos que impusieron  las circunstancias.

 

11.- Sería una exageración hablar de resultados  llenos de felicidad,  como también  decir que fue un fracaso. Ante la pandemia, en materia de educación pública, el Gobierno Central y el Ministerio de Educación, ejecutaron  conforme lo factible. No podían inventar, además de que  a lo imposible nadie está obligado.  No tenían la facultad para actuar porque carecían de poder para decidir a su conveniencia.

 

12.- Solamente el tiempo dirá si valió la pena la decisión del gobierno, el esfuerzo de los profesores, la dedicación de los estudiantes y la inversión de los dineros del presupuesto nacional. Es mi creencia que, a falta de no hacer nada, aunque sea una parte de lo esperado se logró.

 

13.- Por último, debo decir que por formación personal e ideológica, no soy dado a aceptar fácilmente lo que ocurre en el medio social donde me ha correspondido vivir,  como tampoco comportarme como un testarudo. Me gusta ver  y juzgar las cosas tal como son, con sentido práctico,  ajustado a la realidad. Conformista ni empecinado.