Haciendo honor a su vieja formación  marxista, abandonada al llegar al poder,  completaron el ciclo de “acumulación originaria” con muchos de ellos todavía en esa tarea. Se les considera, sin discusión, el grupo económico más amplio y poderoso del paraíso virtual que han creado.

A diferencia de los grupos tradicionales, a los que les ha costado décadas, a algunos más de un siglo, de trabajo intenso con altibajos caracterizados por ciclos de bonanza y vacas flacas, los una vez abanderados de la liberación nacional añaden a la riqueza material un poder político con capacidad para modificar constituciones, crear y derogar leyes, cambiar las reglas de juego e introducir cuantos impuestos les sean indispensables para preservar sus privilegios y el auto otorgado derecho, sin reparo visible, de disponer con holgura del presupuesto nacional, a través de “barrilitos”, gastos desproporcionados de representación y viajes, aumentos unilaterales de salarios y  otras acciones similares.

Como buenos neoliberales promotores de la privatización, la hicieron efectiva en Los Mogotes y en otra loma en San Cristóbal, sentando un precedente universal, sin ruido mediático alguno, para envidia de quienes en el pasado fracasaron en Bahía de las Águilas y Engombe. Pero no se vaya a creer que todo esto ha sido pecaminoso. Como a diario se nos recuerda, es el precio que todos los dominicanos debemos pagar por la democracia y la necesaria estabilidad macroeconómica, sin la cual todo el esfuerzo de la sociedad se vendría  abajo, estancándose el progreso con un fatal regreso a los errores y los desastres del pasado. Es el precio que estamos pagando por los buenos estándares de salud y educación que disfrutamos. Rindamos honor a quienes honores merecen; a quienes nos han salvado de la pobreza y la ignorancia. ¡Muchachos valientes alcemos, nuestro canto con viva emoción…!