Haré de abogado del diablo y asumiré una postura impopular. Porque alguien tiene que hacerlo.
Analicemos el asunto desde la perspectiva de los dueños de la discoteca Zambra, cuyos guardianes recientemente no dejaron ingresar a una joven que andaba en silla de ruedas por un trágico accidente en el 2011 que la dejó paralizada de la cintura para abajo.
Creo que después de leer esto, estarán de acuerdo conmigo en que los honorables dueños del club nocturno están exentos de culpa, y que el insulto es mucho más fácil que el análisis.
Dividiremos dicho análisis en tres aspectos puntuales: el técnico, el económico y el social.
Técnico: la infraestructura.
¿Existen las disposiciones de diseño en el centro de diversión para hacerlo accesible a una persona discapacitada? ¿Hay rampas que permiten el acceso? ¿las condiciones del suelo (si es o no liso, si tiene o no uniformidad) permiten un desplazamiento libre de trabas arquitectónicas? ¿Hay desnivel? ¿Y las dimensiones de los pasadizos y las puertas, tienen las medidas necesarias? ¿el baño, está adecuado para el uso de una persona en esa condición?
Puede que, al impedir el acceso a esta joven discapacitada al mencionado lugar, en realidad se la estuvo salvaguardando de lo que podría haber sido una experiencia realmente desagradable, y es que la Ley No. 5-13 sobre Discapacidad en la República Dominicana no ha dado pie a un espiritu inclusivo de los dispacacitados en los clubes nocturnos.
El económico: ocupa demasiado espacio.
Una silla de ruedas típica es de las siguientes dimensiones: 40 pulgadas a 45 pulgadas de alto, 26 pulgadas a 30 pulgadas de ancho y de 28 pulgadas a 36 pulgadas de largo.
Ya explicamos más arriba los inconvenientes técnicos que puede acarrear y que no todas las edificaciones son aptas para albergar a una persona en silla de ruedas con el confort y bienestar que merecen, pero ahora analicemos el aspecto económico:
Todo local está capacitado para contener un número determinado de personas, de un tamaño, digamos, estándar. Una presencia abarcadora, indudablemente, tendrá efectos negativos en términos monetarios (y no creo que los discapacitados sean muy dadivosos con los tragos para compensar). Además de que puede obstaculizar el tránsito de los bailarines y de los meseros y provocar desde un derramamiento de las bebidas a uno de sangre.
El social: puede asustar a los demás clientes.
Según un reporte que publicó la organización de caridad para la discapacidad Scope en el pasado año, 2 de 3 británicos sienten miedo o incomodidad cuando están delante de una persona discapacitada, y 1 de 5, de edades comprendidas entre los 18 a los 34 años, no están seguros de cómo comunicarse con ellos. Lo que les llevó a lanzar una hermosa campaña de concientización a nivel nacional para eliminar esa barrera invisible que existe entre la gente ¨normal¨ y los discapacitados.
Aquí no hay estudios en ese sentido (ni en ninguno), mas se puede extrapolar perfectamente a nuestro contexto y en el caso más optimista posible los resultados serían desoladores: por la simple lógica de que el dominicano es mucho más ineducado que el inglés.
Sentirían, por su falta de educación, que su presencia daña el ambiente, por esa misma inconsciencia, relacionarían inmediatamente a un discapacitado con cosas desagradables como amputaciones y hospitales.
La presencia de un lisiado en una discoteca, donde las piernas tienen un rol protagónico, les parecería totalmente fuera de lugar, como un calvo en una peluquería, un ciego en un cine, un sordo en una orquesta sinfónica o un eunuco en un burdel.
Lo que propongo es que este acontecimiento, en lugar de servir de válvula de escape a todo tipo de improperios, pueda dar inicio a una campaña de mejoramiento o adecuada aplicación de las legislación pertinente a los discapacitados y dar origen a una campaña de concientización, para eliminar tanto el obstáculo de la infraestructura como el social, y, al propiciar una correcta armonía entre ambos, los honorables dueños de los clubes nocturnos también salgan beneficiados en el aspecto económico, pues les permitirá aumentar su clientela.