Lo cuento tal como me lo contaron.

-Este hombre está en caída libre- me dijo Rafa un domingo por la tarde.

Rafa me contó que hacía casi dos años que se había encontrado de sopetón con él en un centro comercial llamado “The Falls”, en el Suroeste de Miami. Estaba acompañado de una mujer joven y de un moreno panzón que actuaba como su guarda espaldas.

Cuando Rafa intentó decirle “hola”, el hombre viró la cabeza como para no saludarlo. Eso mismo había sucedido antes en el Dadeland Plaza, también en el Suroeste de Miami.

-¿Y qué político es éste que rehúsa saludar a la gente?- se preguntó Rafa.

Rafa había nacido en Manzanillo, no en el que queda cerca de Montecristi sino en el Manzanillo que queda en el Oriente cubano (hoy día en la provincia Granma), donde también nació Celia Sánchez, la archi-companera de Fidel Castro en la Sierra Maestra en los días de la lucha revolucionaria.

Manzanillo es una ciudad histórica, a ocho kilómetros de “La Demajagua”, la hacienda de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria cubana, donde se proclamó la independencia un 10 de octubre del año 1868.

A muy temprana edad, Rafa se trasladó a Santo Domingo donde fue miembro de los Hermanos de la Salle y donde creció en malicia y sabiduría, liberándose allí de las ataduras canónicas romanas. Era tan cubano como dominicano, que en el fondo es la misma vaina, como lo fueron también el Generalísimo Máximo Gómez Báez, (“el Viejo”) y el gran Antonio Maceo, el Titán de Bronce, cuya madre, Graciela Grajales, era más dominicana que el mangú.

Los cubano-dominicanos somos legión, como mi distinguido hermano y prócer, el Dr. Marcos Antonio Ramos, matancero de pura cepa, teólogo e historiador de renombre. Lo mismo se puede decir de mi primo, el gran Tiberio Castellanos, cuyo conocimiento sobre la historia de ambos pueblos es inigualable. Además, fue compañero de cárcel del perínclito Eugenio de Marchena.

Pero regresemos a la historia original de mi amigo Rafa.

-Este hombre va en picada libre-me dijo- se durmió en sus laureles y se olvidó de que en la política se viene a servir. A medida que han pasado los años se convirtió en prepotente y huraño, olvidándose de los que lo llevaron al cargo. Fue víctima propiciatoria de sí mismo.

Me contó también Rafa que un tocayo suyo de apellido Céspedes (que no tenía ningún parentesco con el Padre de la Patria) se había encontrado con el hombre en un campo de golf y que, cuando intentó acercársele para saludarlo, el hombre le sacó una tarjetita y cortésmente le dijo: “Por favor, llame a mi secretaria para que le dé una cita en mi oficina privada”.

-En este hombre todo parece chiquito, como si se tratara de un napoleoncito dentro de una cajita de chocolates.

-Eso se veía venir- insistió Rafa. Como muchos dominicanos que llegan a lo que ellos consideran “la cúspide”, siempre terminan desgastándose y desubicándose.

¿Puedes adivinar de quién es que estamos hablando? Se trata del municipio más importante del país.

¿A qué se deben esos resultados tan inesperados, cuando las encuestas pronosticaban todo lo contrario?