En todo el reino animal, pocos machos se interesan por su prole, la mayoría incluso ignora que tiene hijos o simplemente no se interesa por ellos. No es muy común entre las casi 5,500 especies de mamíferos que pululan por el planeta, pero excepcionalmente algunos machos sí participan en la crianza de su prole, sobre todo en la etapa embrionaria y la primera infancia. Hasta la fecha, el adulto masculino de Homo sapiens no se destaca particularmente por ser buen cuidador de sus vástagos, y sobre todo no en la cultura del machismo latino, con las notables y ejemplares excepciones que prueban que los hombres sí tenemos la capacidad de ser superpapás. Es más, en estos tiempos de la Inteligencia artificial, la futura sobrevivencia de la humanidad nos requiere a los varones adultos acelerar el proceso evolucionario hacia la intensificada participación en la crianza de nuestra prole, sobre todo en la etapa crítica de su desarrollo: los primeros 1000 días de la infancia, oportunidad dorada que los machos solemos desdeñar olímpicamente como asunto de mujeres, sin sopesar las consecuencias.
En cambio, para vergüenza de los engreídos humanos que nos creemos el centro del universo, los monos búhos (del género Aotus) nos pueden dar cátedra sobre las mejores prácticas en la crianza de los hijos desde sus primeros días de vida fuera del vientre materno, según nos resume Jonathan Greenberg a continuación:
Un recién nacido se aferra en una posición ventrolateral a la madre, y como nodriza que le da la leche y lo acarrea, durante la primera semana. El macho padre comienza a llevar a las crías ya en el primer día después del parto, y para el final de la primera semana es el cuidador primario. Las crías se transfieren a la madre para la lactancia cada 2 a 3 horas. Después de amamantar, la madre muerde al bebé en la cola, las manos o los pies hasta que vuelve con el padre. A las tres o seis semanas, la cría comienza a pasar tiempo lejos del padre y en alrededor de cuatro a seis semanas comienza a comer alimentos sólidos, a menudo compartida por el padre. A las 18 semanas, la cría se mueve de forma independiente, volviendo hacia el padre sólo cuando está asustado. Los infantes son destetados a cerca de los 8 meses. No ha habido informes de infanticidio en Aotus en estado salvaje o en cautividad.*
Esta general disposición del mono búho a compartir plenamente con su pareja la misión de criar a su prole se correlaciona estrechamente con su monogamia resoluta, que en ellos es una costumbre arraigada y no solo una vana profesión de intención.** La mejor inversión de su tiempo y energías es en asegurar la supervivencia y el pleno desarrollo de sus contados vástagos hasta potenciar su propia descendencia. El mono búho comparte exactamente el mismo interés de su pareja, y ambos, padre y madre, se dedican al sano desarrollo del vástago común hasta que este se independiza. Existe una relación de pareja tan estrecha e igualitaria entre estos pequeños monos nocturnos, que no hay gran diferencia en tamaño y peso entre el macho y la hembra. Nunca habrá feministas entre los Aotus, pues evidentemente no hay necesidad.
Si los monos búhos han logrado este avanzado estadio de desarrollo familiar sin contar con todas las súper facultades que tenemos los humanos, ¿qué nos impide a los varones adultos adoptar sus ejemplares prácticas de paternidad responsable y transformarnos en verdaderos superpapás?
Si lo dejamos a la evolución natural, no sabemos cuánto tiempo nos tomaría superar a los monos búhos como padres responsables, desperdiciando mientras tanto el enorme potencial de nuestros hijos. La buena noticia es que somos capaces de incidir en la evolución de la especie y sin intervenir genéticamente. ¿Cómo hacemos eso? Cambiando la cultura, o quizá más precisamente, acelerando cambios culturales que vienen produciéndose lentamente desde hace tiempo. En ese sentido aplaudimos los sostenidos esfuerzos de UNICEF por catalizar ese cambio cultural que refuerza la unidad familiar mediante el fomento de la paternidad responsable, y nos sumamos a la campaña llamando a todos los machos a emular a los monos búhos en la buena práctica de la atención temprana de nuestros propios niños en el hogar.
Fomentemos pues, juntos a UNICEF, la paternidad responsable y la activa participación de los padres en la crianza de sus hijos, con especial atención a la etapa crítica de los primeros 1000 días. La Primera Infancia Importa y los superpapás pueden y deben marcar la diferencia en el desarrollo de sus bebés.***