Las relaciones de poder están ahí, la parte dominante busca siempre articular su dominación y hegemonía con el menor esfuerzo y mantener el horizonte estratégico en una clara perspectiva de su tiempo. Sin embargo, aquellos que tienen una visión, que asumen la dinámica y evolución, expresan un claro indicio de construir nuevos diseños de la historia.
Las formas de relación del capital con la fuerza de trabajo no puede ser la misma de hoy, que la de hace 40, 50, 60 años. Parafraseando a Peter Drucker en su libro La Sociedad Postcapitalista “ya no es la tierra, trabajo y capital, lo fundamental. Es el trabajador del conocimiento. Hay trabajadores tradicionales y trabajadores del conocimiento”. Hoy, el principal medio de producción es el cerebro humano, en el que se originan en las competencias, expresado en el Talento Humano.
El empresariado nuestro alcanza la bota, todavía, del patrón de finales de los años 50 del siglo pasado. Es la expresión viva de la exclusión y de creerse seres humanos distintos a los demás. Exhiben una atrofia, un raquitismo social-laboral, que no es si no, la antorcha del artesano al comerciante, del tendero sin la ropa, acunamiento de una perdida de sensibilidad social, como si el mundo no devino en una mejor forma material de existencia.
Cuando vemos que las negociaciones alrededor del Código de Trabajo, que despegó con el Decreto 286–13, y que comenzarían las primeras rondas por allá por el mes de Octubre del 2013, para ser más precisos el 2 de Octubre, un mes después del Decreto Presidencial, para revisar y/o reformar el Código, todavía 5 años después, no se han podido cristalizar esos cambios. ¿Qué ha traído y conllevado el estancamiento en las discusiones y acuerdos entre los empleadores y trabajadores?
Al decir de la prensa, 7 puntos impiden la concretización del mismo, de 739 artículos en que descansa el Código de Trabajo. Entre esos puntos encontramos:
Al decir de la prensa, 7 puntos impiden la concretización del mismo, de 739 artículos en que descansa el Código
- Cesantía laboral;
- Terminación del contrato sin responsabilidad para el empleador. Actualmente, está después de 3 meses, sin embargo, el empresariado quiere llevarlo, ampliarlo, de 3 meses a un año;
- Los derechos de la mujer embarazada. El empresario quiere tener el poder de despedirla sin ninguna indemnización;
- La contratación de mano de obra, que actualmente descansa en un 20% de extranjeros. Los empresarios piden su ampliación.;
- La jornada laboral y los cambios de horarios;
- Contrato del Primer Empleo a los jóvenes, pretendiendo liberar a los empresarios de las prestaciones laborales hasta un año;
- Las sentencias en material, cuyo dispositivo normativo se encuentra en el Artículo 539
El Poder Ejecutivo, como representante del Estado y por ende de la sociedad, “busca” mantenerse “neutral” a través de la “posición” de que en aquellos artículos que no exista consenso, no se aprobarán. Se asume que en una sociedad de mercado, con un Estado de Derecho, el Poder Ejecutivo trata de negociar lo que más le conviene a la sociedad. Es el regulador, el articulador de las condiciones generales de la producción y de las relaciones que se dan en todo lo público, en todo lo social.
Si el Poder Ejecutivo, esto es, el Gobierno, no asume posiciones, el empresariado, con el dominio económico social y el peso en la sociedad, termina imponiéndose a los demás sectores. Como diría Marx, el poder de la clase dominante, impone su dominio en cada etapa de la historia, en las relaciones de poder. Cuando alguien trata de ser “neutral” entre intereses contrapuestos conduce inevitablemente al apoyo del más poderoso, y no necesariamente lo que más conviene a la sociedad. Es una de las tantas respuestas de porqué somos una sociedad con tanta exclusión, marginalidad, desigualdad y una fuerte pobreza estructural. ¡La concepción que la elite política tiene sobre el Estado y su grado de relación de subordinación, complicidad y abyección con los dueños del Capital!
Hay, sin libretos, una descarnada “autonomía”, sin tropiezos, en líneas paralelas, para, por un lado, crear la acumulación originaria permanente, sistemática, y para la alta rentabilidad, y la poca asunción del Código de Trabajo que data del 1992, pero, que en pleno Siglo XXI no dejan que florezcan nuevos sindicatos. ¡Una de las explicaciones de la baja densidad sindical y también, del crecimiento del Mercado laboral Informal (58.8%)! Nuestros empresarios creen que toda su “competitividad” ha de descansar en la fuerza de trabajo; en el poco compromiso con su sociedad, con su razón de ser; en el que se supone “que constituyen” el baluarte económico y que en consecuencia han de ser el “derramador”, a través de prestaciones sociales para el mantenimiento sin sobresaltos del establishment.
El empresario dominicano tiene alas cortas y miradas opacas, no alcanzan a comprender el mundo en la que vivimos: hoy, en Suecia, cuando la mujer da a luz le dan un año de licencias y hoy, están abogando por darle al hombre 3 meses de licencia; esto es, la misión del compromiso con la familia. Los empresarios nuestros no ven a corto, mediano y largo plazo lo que es la estabilidad social, la inclusión, la justicia social. Su “reputación” corporativa no se adentra ni un instante con el ritmo del compromiso societal.
Todavía, en gran medida, no cumplen ni siquiera con el primer eslabón de la responsabilidad social empresarial: crear empleos, riquezas y pagar impuestos. Hay un 43% que no paga ITEBIS y el desvío del Impuesto Sobre la Renta, según Magín Díaz, Director de la DGII, ronda el 60%. Por eso, en el Índice de competitividad Global del Foro Económico Global, en el acápite de la actitud ética de la empresa, obtuvieron una puntuación de 132/137, muy por encima del promedio del país, que fue en el 2017/2018 de 104/137.
Hay un componente significativo del empresariado, sobre todo los de COPARDOM, con una ceguera del rol del empleador como elemento clave de la sociedad de mercado. Como el ente que tiene que fluir para que los motores de los distintos actores puedan estar encendidos; expresando nuevas formas que generen mayores niveles de cohesión social. La búsqueda de su rentismo es como aquel personaje que solo cree que en el mundo solo él puede vivir, que su codicia y avaricia lo llevan al desenfreno, ante el vacío de su crisis existencial.
¡Ganar, en el extremo rentismo del pasado. Como el prestamista del 20% semanal en los barrios! No les importa nada, solo su dinero. No ven la empresa como un espacio vital que genera los demás roles del ser humano. El rol ocupacional dibuja en gran medida, los demás roles: sociales, de familia, de pareja; y, por lo tanto, estas organizaciones conducen, nuestras vidas. Mirar las diferencias de los 7 puntos, a 5 años del conocimiento del Código de Trabajo, con una Estrategia Nacional de Desarrollo (1–12), que sirve de sombrilla, como colchón social, es la sempiterna ausencia de un liderazgo que busque el equilibrio social.
¡El compromiso de los grandes actores de la sociedad es cómo vincularse cada día por disminuir los niveles de pobreza y la situación de desigualdad, para hacer posible una democracia más plena y con mayores ribetes de legitimidad! ¡Es que en el mapa de las responsabilidades debe prevalecer el necesario equilibrio entre lo económico y lo social!