En los últimos años, el término emprendimiento se encuentra presente en casi todos los discursos del sector público y privado, tanto global como nacional, que han identificado la institución de una cultura de emprendimiento como un elemento clave para el desarrollo de la economía y la creación de empleos. Existe, sin embargo, un tipo de emprendimiento mucho más novedoso, pero menos conocido en la República Dominicana: el emprendimiento social.
La fundación Ashoka define a los emprendedores sociales como aquellos individuos que rompen paradigmas, desarrollando ideas innovadoras para la solución de los desafíos sociales más apremiantes, logrando un cambio a gran escala. A diferencia del emprendimiento tradicional, que opera bajo una lógica predominantemente económica de maximización de ganancias, el emprendimiento social prioriza el impacto positivo que genera el proyecto o negocio en la solución de un problema social previamente identificado.
Quizás uno de los casos más famosos de emprendimiento social es el del bangladesí Muhammad Yunus, fundador del Grameen Bank y ganador del premio Nobel de la Paz en reconocimiento a su contribución para la reducción de la pobreza, mediante la creación y popularización del micro financiamiento. En la industria textil y de manufactura destaca la empresa TOMS, con su campaña One for One (Uno por Uno), que dona un par de zapatos a un niño en necesidad por cada par de zapatos vendido, entre otros proyectos de impacto comunitario.
En la República Dominicana, si bien en una etapa embrionaria, ya empiezan a surgir iniciativas que siguen esta misma línea. Un ejemplo claro es VIRTŪ shared sense, nueva empresa social que se enfoca en la producción ética de textiles como un medio para desarrollar a las comunidades más marginadas de país.
La misma opera bajo la política de contratar y capacitar a personas desempleadas, pagando un salario 300% mayor que el mínimo de la industria, e invirtiendo el 50% de los beneficios de la empresa en la realización de proyectos de impacto a largo plazo dentro de la comunidad de Guachupita, lugar donde será instalada la primera planta de producción de la mano de la Fundación Red de Jóvenes Unidos de Guachupita, que trabaja con jóvenes en riesgo de conflicto con la ley.
Actualmente, VIRTŪ shared sense está llevando a cabo una campaña de financiamiento colectivo a través de la plataforma Kickstarter (www.virtu.rocks), donde se puede adquirir el primer producto desarrollado: una camisa blanca hecha a mano, tipo ‘slim fit’, 100% de algodón y con botones orgánicos de laca de coco. Cada camisa identifica al empleado que la ha elaborado, permitiendo al consumidor conocer un poco de la persona cuya vida está siendo afectada positivamente gracias a su compra.
La República Dominicana continúa en pañales en materia de emprendimiento social y sin embargo, el fomento de iniciativas como esta es tan importante para el progreso social, como lo es el emprendimiento tradicional para el desarrollo de una economía. Los esfuerzos desplegados por el Estado Dominicano y el sector privado en la creación de una cultura de emprendimiento deberán duplicarse y ampliarse para abarcar también iniciativas en materia emprendimiento social sostenibles en el país, que ya han sido probadas como importantes instrumentos de desarrollo social.