Este miércoles 20 junio de 2018 solo ha servido para confirmar y legalizar lo vaticinado en sucesivos artículos periodísticos que he publicado desde el año pasado en Acento. En la misma primera vuelta de unas elecciones modelo, Emma Polanco se ha convertido de manera convincente en la primera rectora de la primera universidad de América, la de Santo Domingo (480 años). Cerca de las diez de la noche, sin que la Comisión Central Electoral emitiera boletín alguno, el más cercano adversario, Editrudis Beltrán, ha reconocido la derrota, luego de asegurar que mantuvieran la confianza en él porque ganaría en la primera ronda. Resultados preliminares: Polanco, 1,498; Beltrán, 913.

Con todo y advertencia, los únicos que habían desconocido –o querían desconocer– el vendaval que se avecinaba, eran los estrategas “editrudistas”, quienes, desde inicios de la larga campaña, se inclinaron por las argumentaciones ad hominem y la descalificación ligera de los productos periodísticos difundidos y su autor, en vez de evaluar el comportamiento de “los campos de fuerzas impulsoras y represoras del cambio” en el proceso electoral, para mantener o redireccionar sus pasos.

Si se hubieran detenido un rato para reflexionar, al menos la derrota no habría sido tan apabullante y amarga. Pero se congelaron en la testarudez.   

https://acento.com.do/2018/opinion/8576223-hora-cero-emma-solida-editrudis-detras/.

La mayoría de los métodos y técnicas predominantes apenas rozaban el viejo Marketing Político, pese a los nuevos aportes a esta disciplina de la Neurociencia. Joseph Goebbels fue el rey en sus discursos.

Los resultados de los estudios de opinión, al parecer, obedecían más a los sueños de sus financiadores que al rigor metodológico y al diseño de estrategias eficaces, como si la intención fuera el ocultamiento de la realidad. El poder se usó a menudo como recurso de fidelización o arrodillamiento, sin ponderar las características del target. La exclusión, sobre todo en la primera etapa, significó un error capital. Y, cuando despertaron del letargo, ya era “tarde para ablandar habichuelas”.

La subestimación sistemática de las alianzas ejecutadas por Polanco, en especial de los exrectores, constituyó el mejor aliciente para que éstos se articularan y asumieran el desafío de vencerlo. Y trabajaron para ello. No previeron tal reacción.

El equipo de estrategas de la Polanco, desde temprano, concentró sus esfuerzos en provocar las sinergias de todo los sectores internos que lo desearon, mientras obviaba  la confrontación verbal. Los ataques a la moral de la candidata fueron continuos y muy subidos de tono. Parece sin embargo que la decisión del lado de Emma fue que tales excesos contribuyeran a la victimización, dado el creciente ambiente de rechazo de la población a la violencia contra la mujer.

Un manojo de estrategias y tácticas equivocadas tiraron muy temprano hacia el abismo al actual vicerrector administrativo.

La experiencia de “los resta votos” quizá le sirva a Beltrán para el certamen de 2022, si se lo permiten el porcentaje obtenido ahora y el mar de aspirantes al más alto cargo de la academia que desde ya se avizora.

El aquí y ahora muestra, entretanto, a una Emma Polanco y la mayoría de las candidaturas de las alianzas, con una victoria aplastante sin antecedentes, por el trabajo de campaña, pero también como cosecha de los errores de sus adversarios.

Al llegar al centro de información, 10:06 pm, la ganadora ha reiterado ante decenas de seguidores, una promesa que ha de aterrizar en la práctica, salvo que desee desde temprano la erosión de la solidez que exhibe:

“…El gran compromiso es que no los voy a defraudar. Trabajaré por una universidad decente, tranquila, de calidad. Una universidad que planifique, una universidad que sea orgullo de todos los uasdianos y de las uasdianas, pero también del pueblo dominicano. Esta es una victoria de ustedes. De todas y de todos”.