I

La corrupción sistemática ha generado una cultura del engaño que se extiende a los distintos ámbitos de la vida social y privada. Usted compra, por ejemplo, un papel y/o toallas de baño un poco más caras (dicen que tienen mayor volumen que las ofertas anteriores de la misma marca o que las ofertas de la competencia) esperando, igualmente, un mejor producto. Resultado: mejor no contarlo.

He comparado dos leches sin lactosa y semidescremadas; una de un productor local y la otra de importación: en la primera da la sensación de que tenemos frente al paladar un suero saborizado (imagino que no tendrá nutriente alguno); en la segunda, efectivamente, se siente el sabor a leche y se digiere con suma facilidad. Así que no podré apoyar la industria nacional en detrimento de mi salud y la vergüenza propia.

II

Ya que hablamos de vergüenza; la ejemplaridad no es un valor apreciable en la vida política nacional. La apuesta siempre ha sido al olvido, al borrón y cuenta nueva, de ahí que los esfuerzos por enriquecerse con los dineros públicos sea el principal motivo para incursionar en la actividad partidista. Desde tiempos inmemoriales el deporte nacional ha sido el “coger los mangos bajitos”. Con regularidad señalo una oportunidad perdida de adecentar la política nacional: el borrón y cuenta nueva de 1978. Otro momento: el año 1996.

Los años siguientes a ambos gobiernos fortalecieron y sofisticaron los mecanismos de evasión de impuestos, la corrupción estatal, la apropiación de los bienes del Estado, en fin, la “cogioca” a sus anchas; a diestras y siniestras.

Los que ayer se enriquecieron desde sus puestos en el poder, hoy son honorables ciudadanos que hacen “ingentes sacrificios” para aportarle al país lo mejor de su experiencia política.

III

He conseguido, gracias a mis planteamientos, dos nuevos enemigos. Adelanto un principio cautivador: “una vida sin enemigos no tiene sentido”. Lo interesante, claro está, son los planteamientos que generaron la enemistad. Aquí les va el primero: Leonel Fernández representa, en este momento, la continuidad perfecta con el conservadurismo neotrujillista; sus prácticas políticas son una extensión de la «cultura política» balaguerista. Le cabe la expresión que un filósofo helenista dijo de Aristóteles: «El más asombroso de los discípulos de Platón». En este caso: Leonel es el discípulo más exitoso de Balaguer. Los demás solo han sido fracasos en términos presidenciables; aunque hayan realizado su plan: la movilidad social y asegurarse su bienestar con los dineros públicos.

El segundo planteamiento: A buen número de “profes” de sociales la cuestión racial no les importa un bledo porque ellos mismos no aceptan su mulataje y otros, también de otras áreas afines, no llevan la cuestión racial al aula, en una discusión informada y abierta, porque no se han reconciliado con lo que le corresponde: la negritud. Si bien no hay expresión explícita de un discurso antinegro o antimulato, la invisibilización del tema racial en el aula es el indicio de la falta de conciencia negra/mulata. Ser o no ser negro/mulato, he ahí la cuestión para la mayoría de los y las dominicanas.

IV

Las redes sociales en RD han sido una bendición, el espíritu de debate que debe permitirse en toda democracia tiene aquí su gran oportunidad. Pero, como toda obra humana y en la que intervienen distintos actores con escasos mecanismos de autorregulación de la expresión, pueden convertirse en un estercolero. Claro está, las redes en sí mismas, como cualquier artefacto, no es bueno ni malo; sino el uso que le damos. El acceso gratuito permite la disponibilidad de la palabra y la visibilización de voces que de otro modo no tendrían espacio. Limitarlas sería antidemocrático y no contribuiría a un uso público de la razón.

No sé. Todo es un embrollo y por más vueltas que le damos, nos queda la sensación de que aquella idea de armonía y de felicidad no son más que quimeras. El real estado de cosas, los hechos del mundo, están permeados por la incertidumbre y el sinsentido. Gracias a los dioses y al genio humano que existen los momentos para la «fuga mundi» y, como dice el cantautor, «soltar todo y largarse».

Hasta la próxima ocasión, si los vientos son favorables: amigos y enemigos.