Muchos de los actuales congresistas y funcionarios que conforman el gabinete del país, muestran una conducta que para muchos es cuestionable. Arrogantes, pedantes, odiosos, malcriados, indolentes, irrespetuosos, desubicados, son algunos de los adjetivos que pueden calificar a éstos. Sin importar la jerarquía, ya sean altos, medios o bajos, la actitud es la misma. Se sienten superhombres e intocables, viviendo en una burbuja ficticia, olvidando que todo termina.

Para muchos que tienen más de diez años disfrutando de las mieles del poder es entendible que se resistan a creer que el fin les llegará, pero los que tienen apenas uno o dos años en sus cargos, se han acostumbrado a sus posiciones que en muchos casos se trata de ser titulares de una dirección que depende de una institución que a su vez está subordinada a otra que es regida por un ministerio, o sea, nada. Sería algo como esto: los altos funcionarios están en el banquete, los medios en un segundo plano adquiriendo lo que sobra y los bajos sólo ven por una ventana y se deleitan con el aroma. Éstos últimos se creen héroes y  no son más que verdaderos Quijotes que luchan contra los gigantes, pero sin armadura, sin “Rocinante” y sin escudero que le advierta que se trata unos molinos de viento.

Los que están ebrios de poder, emiten juicios y dan declaraciones que después quieren justificar. No se les puede ver, porque es una ofensa y ay de aquel que ose mencionar su nombre, porque se puede ganar a un enemigo de gratis y dependiendo de la jerarquía de éste, hasta un boche o una sanción. Los que se encuentran en este estado en su mayoría forman parte de comisiones,  son los primeros en faltar a sus obligaciones, cobran varios cheques que nunca podrían justificar y son los que más les gusta opinar, metiendo la pata cada vez que abren la boca.

Todo lo que comienza tiene un final. Quienes se encuentra embriagados por el poder que creen tener, se les olvida que así como fueron puestos –en su mayoría por cuña- algún día serán destituidos y con ello vendrá la resaca y  explosión de la burbuja en la cual se encuentran.

¡ Cuánto más alto vuelas, más duele la caída !