Ocurrió anoche y es la noticia del día.En el Alto Manhattan, New York, invitado por la Cámara Estadounidense Dominicana de Comercio, Aníbal de Castro, embajador dominicano ante los Estados Unidos, pronunció una conferencia en el "Caridad Restaurant", donde, desde una mesa de pino cubierta de un mantel de cuadros rojiblanco en un salón repleto de espejos, -y violando todos los protocolos que imponen respeto a la soberanía y autodeterminación de los pueblos-, exigió al presidente Barack Obama prestar atención a los ocupas indignados de Wall Street, a los que ofreció el total apoyo de su embajada y su país.

De Castro, coincidiendo con su presidente, Leonel Fernández, aseguró, (mientras su asistente principal trataba de enfriarle el segundo plato de mondongo que doña Caridad le enviaba) que "La inversión en educación es algo más que dinero, aunque el dinero es esencial."

Don Aníbal, con su filing londinense y cortes de Milán, propuso una reunión urgente entre la ONG "John Montalvo Centre" y el centro católico "John XXIII" de NY, técnicos de la secretaría de Educación de EE. UU. y el presidente Obama, para definir qué, cómo y cuánto cuesta el nuevo modelo de educación que requiere la sociedad de EE. UU. Obama, el presidente que mayores recursos en montos totales y porcentuales ha invertido en la educación estadounidense en sus once años y casi cuatro meses de gobierno, insiste en la necesidad de definir modelos y contenidos curriculares y proceder a cuantificar su costo antes de asignar el 4% del PIB al sector.

Por otra parte, De Castro llamó a la sociedad de EE. UU. a confrontar la falta de sensibilidad de las trigueñas gringas de origen dominicano que niegan amores como si por corazón tuvieran un ladrillo; y calificó como inaceptable que una mujer de pelo negro ensortijado de sueños, una mirada andaluza y unas piernas sin final, camine de la mano con un mulato descafeinado dominicano por el village durante horas, y al morir la tarde, !ay! le niegue un beso como un cónsul sin alma niega un visado o un presidente  dominicano el 4%E.

Finalizado el acto formal, al frente del restaurant, un periodista, columnista de la página 5 de la edición de la tarde del NY Times, Paul McKinney, protestó por la intromisión del embajador dominicano en los asuntos estadounidenses. Lo tomaron por loco. Nadie le hizo casó. Lo callaron con una canción de Sabina y una Presidente Light grande y cenizosa, según el reporte de José Javier y las agencias.

Ahí mismo se inició una fiesta de "apaga y vámonos", con el grupo "Ripiando el Perico", (enviado por el Centro León) que abrió con el merengue de Ñico Lora, "La protesta", conocido como "La invasión del 16″ en la versión del Cieguito de Nagua. El dúo "Los Ahijados", original, que tenía previsto presentar su son Montuno "Las páginas gloriosas", no pudo asistir por falta de visado de uno de sus miembros y  compromisos contraídos previamente con la muerte de parte de otro. Fue una gran noche. ¿Do you understand?.

PD. Claro que  nada de esto ocurrió, don Radha, es tan solo que a veces la ironía es la única el arma de los vencidos.