En vez de despotricar contra un alto funcionario representante de Estados Unidos, como es el Embajador Brewster  por un atinado discurso que ofreció en una reciente actividad, deberíamos agachar la cabeza de verguenza colectiva.  Que un Embajador alcé la voz en contra de tanta corrupción gubernamental es un indicio claro de que al gobierno se les está yendo de las manos la situación. Y si el pueblo no es escuchado pues posiblemente a un Embajador sí le ponen atención.

A raíz de este oportuno discurso y queja del Embajador norteamericano, he podido leer con pena tantos comentarios enfermizos a través de las redes sociales y medios de comunicación tradicionales de personas que en vez de fijarse en el llamado alto y claro del Embajador y su preocupación por los rieles corruptos de la nación donde fue asignado y sus visitas a instituciones, meten las narices en otros temas que a nadie le atañen porque atacan la vida privada que solo le pertenece a  la persona en cuestión. A muchos en este país les falta aprender a discernir un tema de otro.  Cuando Brewster finalice su gestión en el país será recordado y juzgado por su accionar profesional no por su vida privada.

Como nación, teníamos mucho tiempo que no veíamos un Embajador como Brewster , activo, preocupado e interesado en los temas más acuciantes del país y muestre tanta solidaridad con las denuncias colectivas.  Hemos tenido Embajadores que han sido todo lo contrario, callados, taciturnos y oscuros en sus ejecuciones.

Y como si no fuera suficiente,  el Cardenal López Rodríguez, un personaje que cuando habla es necesario salir corriendo no vaya a ser que se le pegue a uno un dardo mortífero, dijo unos comentarios tan fuera de lugar, tan ruines, tan machistas en pleno siglo XXI con relación al Embajador Brewster,  donde muchos  criticamos al prelado por dichas afirmaciones  y solo atinamos a preguntarnos,  ¿quién le da derecho al Cardenal a expresarse de esa manera?.  Seguro que callado sin emitir juicios de valor hubiese quedado mejor.

¿Qué a usted le molesta la injerencia del Embajador Brewster?, pues depende de cómo se vea y la capacidad analítica que usted posee.  En un país donde nada es nada y poco importa lo que uno denuncia, diga y ejecute, que venga un alto cargo extranjero a poner el dedo en la llaga en temas tan recurrentes y eternos como es la corrupción, la falta de justicia e institucionalidad que tenemos pues siempre es oportuno. 

Aprovechar coyunturas mediáticas para ofender y atacar sin razón a un Embajador sea quien sea es de cobardes.