Hubo una época en la historia dominicana, 31 años en el siglo XX, en los cuales muchas personas en ejercicio de sus dotes intelectuales se dedicaron a enaltecer a una figura de la política del momento para ganar el favor de esta en el seno de esa dictadura.
Mucho de lo que se destiló durante esa Era fue producto de conveniencia de ambas partes. En esta sección no se analizará el tema de dónde se origina, sino de examinar las palabras y combinaciones usadas para sacar provecho de la debilidad del dictador.
Esta sección se escribe sobre todo para que los jóvenes dominicanos tengan noticias de lo que ocurrió en tiempos pasados en la historia de la República Dominicana.
Una de las características de las alabanzas es que iban encadenadas en un sinfín de títulos que ruborizarían a cualquier humano en sus cabales. La creación e invención de nuevos títulos parecía no tener límites y, los acólitos del dictador pugnaban por allegarse nuevos términos.
Fue benemérito de su ciudad natal; perínclito varón. Se dirigían a él llamándole insigne, líder indiscutible, egregio, gran caudillo, adalid, patricio, generalísimo y doctor.
Fue llamado primer magistrado, primer maestro, primer ciudadano. Se referían a su persona tildándole de: eminente, magnífico, insigne, digno.
Sus obras eran magníficas, los acontecimientos para enaltecer sus proezas eran magnos; los actos en bien de la patria eran merecedores de admiración. Era un digno representante de las aspiraciones de sus conciudadanos. Su labor era catalogada de ingente.
En el plano militar era pundonoroso, eximio, inmarcesible, magnífico, supremo guía, líder máximo; era un faro de orientación y sabiduría.
Este distinguido hombre de Estado ocupaba siempre un elevado sitial; fue el jefe, benefactor de la patria y padre de la patria nueva. Esta persona vivió en un período irrepetible de la historia dominicana que ha marcado el quehacer político de ese país.
Todas las palabras empleadas para enaltecer al ilustre forman parte de lo que se conoce en retórica con el nombre de hipérbole que consiste en aumentar de forma exagerada lo que se expresa, que naturalmente en este caso eran galas de retórica en una competencia sin límites.
No huelga que se añada que estos “títulos” y calificativos estaban reservados para una sola persona en todo el país. Esa era una ley no escrita, respetada por todos.
HINCAPIÉ
“Tras ser elegida, C. dijo que en los próximos dos años trabajará con especial HINCAPIÉ en los que a su juicio, son los grandes problemas de la. . .”
La palabra hincapié se explica por sí misma, esto es, el verbo y el sustantivo que se encuentran incluidos en su formación explican el significado de esta.
Este vocablo casi ha perdido validez por sí mismo, olvidándose a veces los hablantes de que este sustantivo masculino significa ‘afianzamiento del pie en un punto para hacer un esfuerzo o para sostenerse’, que es la redacción que inserta el Gran diccionario de la Lengua Española de la editorial Larousse.
El término hincapié es más conocido por la locución verbal “hacer hincapié” que por sus significación propia. Como sucede con las locuciones verbales, hay algunas de entre ellas que son más rígidas que otras, que no admiten cambios, mientras que otras aceptan diferentes verbos o complementos, estos últimos cuando los hay.
La locución verbal “hacer hincapié” está consagrada por el uso en el español general. Los diccionarios solo consignan esta locución de este modo, sin consignar opciones en cuanto a otros verbos. No obstante eso, en el texto reproducido el empleo termina así: “trabajar con hincapié”.
Hacer hincapié es insistir en lo que se dice o pide. En los casos en que se utiliza la locución verbal, esta se hace seguir de algo, de alguna cosa, vale decir, insistir en ella, en algo. No está de más que se recuerde que la locución verbal estudiada admite que entre el verbo y el nombre se introduzca otro elemento para reforzar la construcción, lo que equivaldría en esta cita a escribir, “hará especial hincapié en”.
Lo que hizo la declarante, según el periodista, fue recalcar que dará prioridad durante su gestión de dos años, a los grandes problemas. Hay que tener en cuenta que las locuciones verbales son combinaciones estables que se afirman por el uso constante, la repetición ,y que no admiten desglose, son indivisibles, porque si se hace (la división) eso termina por desvirtuar el sentido. En terminología de especialistas estas locuciones constituyen unidades léxicas.
Al final, hay que respetar la combinación como tal y repetirla aun cuando parezca poco creativa y, a veces, se asemeje a los lugares comunes, que son las expresiones triviales y muy repetidas.
OMISIÓN
“Y el presidente en un pasmoso acto de OMISIÓN e incapacidad, se ocultó. . .”
El acento en esta sección se colocará sobre la posibilidad o, imposibilidad de que se produzca un “acto de omisión”. No se trata de un oxímoron en esta frase, sino de una contradicción flagrante.
El oxímoron es una figura de la retórica que consiste en reunir dos palabras que son en apariencia contradictorias. En el caso de la cita se trata de una equivocación fruto de la falta de reflexión o de descuido. La balanza se inclina hacia el lado del descuido.
La omisión es la falta por haber dejado de hacer. Si es la falta de hacer no puede en ella haber acción alguna, sino la ausencia de esta acción. Alguna persona con deseos de investigación puede encontrar que en la definición de omisión esta se tipifica como la “acción y resultado”. No hay que tomar al pie de la letra el vocablo acción en esta acepción, porque de lo que se trata precisamente es de la “falta de acción”, es el “dejar de”.
Uno de los casos más comunes en que usa la palabra omisión es para referirse al pecado por omisión que consiste en no cumplir con lo mandado. Es la abstención de hacer o de decir algo. En el campo jurídico es el delito o falta consistente en la abstención de una actuación que constituye un deber legal.
PETROPOPULISTA
“La crisis, que economistas atribuyen al colapso del modelo PETROPOPULISTA instaurado por el chavismo, se ha visto agravado en las últimas semanas por la gradual caída en los precios. . .”
Las mayoría de las veces cuando los escribientes se aventuran a crear nuevos términos, estos no son muy afortunados. En otras ocasiones -las menos frecuentes- la combinación que nace de la inventiva léxica transmite bien la idea.
En el caso presente en esta sección la voz que resulta de juntar el componente de palabra petro- con el vocablo populista trae con facilidad la idea de utilizar los recursos del petróleo para conseguir apoyo del o de los pueblo(s).
No puede celebrarse a plenitud la creación de la nueva voz porque el prefijo petro- como tal no existe en funciones de prefijo. No es menos cierto también que en el español moderno son muchos los términos de reciente introducción que llevan este petro- como parte inicial.
Como un ejemplo de una palabra acreditada ya en el seno del español internacional, con este petro delante, puede citarse el “petrodólar” que aparece definido en todos los diccionarios modernos. Otra voz que hace largo tiempo que circula en el español corriente es petroquímica, especialmente para la industria que utiliza como materias primas el petróleo y el gas natural.
Con relación a la última voz mentada “petroquímico, a”, la Real Academia de Madrid todavía no la asienta en su más reciente edición (la 23ª.) del diccionario oficial de la lengua española y, en su lugar, consigna “petroleoquímica” con las mismas funciones. Cabe aquí que el hablante se pregunte: ¿Por qué no actuó esa Academia de modo parecido con el petrodólar?
Ha de tenerse en cuenta que las definiciones del petrodólar en español y el petrodollar del inglés no coinciden en todos sus rasgos. El Diccionario de la Real Academia define el petrodólar desde una perspectiva más europea. El diccionario Merriam-Webster retiene una acepción más lata.
Como se percibe por medio de lo expuesto aquí, a veces no es suficiente en la lengua con el favor de los hablantes, pues si las autoridades que resguardan la unidad de esta no están de acuerdo, pueden desterrarla del diccionario oficial.