El pasado viernes 23 de enero nos encontramos mi compañera Margarita y yo con la Representante de República Dominicana en Beijing, República Popular China, en su residencia. La conversación giró alrededor de la salud, ya que desde hace un año estoy en preparativos para enfrentar un mal que aqueja a la humanidad: la insuficiencia renal crónica.

Es un proceso largo, porque hace 42 años hubo de extirparme el riñón derecho porque había dejado de funcionar y se encontraba “henchido” de líquidos, y el izquierdo tuvo que sufrir dos cirugías y tres litotricias por la persistencia de los “cálculos renales”. El punto de no-retorno llegó una tarde octubre pasado, cuando al salir de clase me subió el potasio y fui rescatado por “911” y ser internado en el Hospital General Plaza de la Salud, de dónde salí con la condición tan precaria como para iniciar el programa de diálisis e iniciar el proceso para incluirme en el Programa de Trasplante para los dializados.

Luego, es en este marco que Rosa Ng me pide tratar mi caso a la Directiva del Centro de la Colonia China, en un gesto característico del “carácter clánico” de la cultura china, a lo que accedí. El sábado siguiente, como fanática de las redes sociales, aparece su llamado a la solidaridad con mi urgente necesidad de ser trasplantado. Es el mensaje que inmediatamente, César Medina, colega de Rosa Ng en el cuerpo diplomático dominicano, se hace eco en su columna del Listín Diario el pasado lunes 25 (ver el enlace siguiente: http://www.listindiario.com/puntos-de-vista/2015/1/26/353880/Por-la-salud-de-Sang-Beng)

A partir de ahí, la historia se hace pública y lo que sucede me lleva a reflexionar sobre la solidaridad. Por otra parte, el domingo el párroco nos recordó que el 13 de mayo de 1992, el Papa Juan Pablo II instituyó el 11 de febrero Jornada Mundial del Enfermo.

Dijo el Papa en su ocasión: «…He decidido instituir la Jornada mundial del enfermo, que se celebrará el 11 de febrero de cada año, memoria litúrgica de la Virgen de Lourdes…… La celebración anual de la Jornada mundial del enfermo tiene, por tanto, como objetivo manifiesto sensibilizar al pueblo de Dios y, por consiguiente, a las varias instituciones sanitarias católicas y a la misma sociedad civil, ante la necesidad de asegurar la mejor asistencia posible a los enfermos…»

Ya de por sí, desde el incidente de octubre, la eficiencia del Sistema Nacional de Atención a Emergencias y Seguridad, el mejor conocido como “911”, pasando al Sistema de Seguridad Social y completando con la respuesta de los incontables amigos que han respondido al llamado de Rosa Ng Báez y a la Colonia China, podemos enfrentar hoy el drama de una condición de salud, llamada sin eufemismo, “catastrófica”.

Sea por el impulso de la caridad cristiana,  por la reflexión de Juan Pablo II y la Jornada Mundial del Enfermo, o por la solidaridad y la amistad como sentimiento intrínsecamente humano, hemos estado viviendo un momento de satisfacción. Gracias a Rosa y a César por producir esta ventana de publicidad de mi situación de salud que aprovecho para señalar la urgencia para que la sociedad toda eficientice el sistema dominicano de salud para beneficio de los que hoy somos pacientes de enfermedades catastróficas.