En las últimas semanas hemos presenciado varias "declinaciones". Primero fue el Dr. Leonel Fernández; luego el Ing. Miguel Vargas Maldonado y más tarde la Dra. Margarita Cedeño de Fernández. Los tres persiguieron un propósito que, por diferentes circunstancias, no pudieron lograr.
En los tres casos, la imposibilidad de conseguir el propósito buscado fue presentada como la renuncia voluntaria a un derecho; un acto de desprendimiento personal, que se realizó para evitar dificultades a lo interno de sus organizaciones y al país. Todos argumentos justificadores de la decisión tomada, o que se vieron obligados a tomar, resaltando luego su magnanimidad. Pudiendo continuar, y hasta lograr lo propuesto, pero decidieron ofrecer una muestra de desprendimiento.
Diferente a lo expresado, en los tres casos fueron obviados, intencionalmente, acontecimientos que representaron obstáculos insalvables a lo que buscaban. Minimizaron los impedimentos; quisieron desconocer la oposición a sus propósitos o consideraron que podían vencerla con facilidad; los argumentos contrarios a lo que aspiraban entendieron que no eran consistentes y las fuerzas sociales opuestas a sus intenciones les pareció inexistentes.
En los tres casos, pretendieron presentar una derrota, porque no se pudo, como una victoria, porque no se quiso. Negaron, contra todas las evidencias, que fueron obligados a hacerlo; la imposibilidad la presentaron como un acto de desprendimiento y renuncia. Pretendieron hacernos creer que "declinaron", no que fueron obligados a desistir.
Leonel Fernández no consideró que la Constitución vigente le prohibía la reelección, ni la dificultad, por no decir, imposibilidad, de modificarla para que pudiera reelegirse. Tampoco el alto costo político de una "interpretación" complaciente del texto constitucional de algún órgano competente para hacerlo. Parece que no tuvo en cuenta la oposición que se manifestó en el seno de la Comisión Política a su intento y la posibilidad de una división a lo interno del partido.
Miguel Vargas Maldonado, por su parte, desconoció la percepción generalizada en la opinión pública de que había perdido en las elecciones internas y el reconocimiento público, cada vez más creciente, de que Hipólito Mejía era el candidato del PRD para las elecciones del 2012. Y además de que no presentó pruebas de las irregularidades que denunció, sino sólo "indicios", no se percató de que de persistir en el intento de desconocer los resultados, se quedaría solo o con escasa compañía.
Respecto a Margarita Cedeño de Fernández es conveniente recordar que la presentación formal de su candidatura ocurre después de la "declinación" de su esposo a la reelección, lo que se percibió como una forma de continuismo del Presidente y que su candidatura fue rechazada en la Comisión Política. Obvia en la justificación de no continuar que mantener su candidatura podía ser interpretada por los demás precandidatos de que su esposo no prefería a ninguno de ellos. Tampoco consideró la alta probabilidad de terminar derrotada en las elecciones internas del partido y en las generales nacionales.
Sin embargo, al final, los tres tuvieron que "declinar". A propósito ¿qué nos dice el Diccionario de la Real Academia sobre declinar? Es "inclinarse hacia abajo o hacia una lado; decaer; menguar; rehusar, no admitir o renunciar".
Los tres tuvieron que inclinarse o echarse a un lado, rehusar a continuar con el intento, renunciar a sus propósitos y no precisamente por magnanimidad o un acto de desprendimiento. Pero así son las cosas en la política: una derrota quiere ser presentada como una victoria.