Conocí el trabajo dentro de la judicatura de la jueza Elka Reyes, en el año 2005 en el ejercicio de mis funciones como Procurador Fiscal del Distrito Nacional, mientras solicitaba una imposición de medidas de coerción en contra de una organización de narcotráfico internacional compuesta por 13 imputados, quienes por medio a sus abogados apoderados, incluyendo defensores públicos, hacían lo imposible por incidentar el proceso con el objetivo de provocar que transcurrieran las 48 horas a partir del arresto y con ello tratar de lograr la libertad de los imputados por la vía del Habeas Corpus.
Eran tiempos en donde todavía existían muchas interrogantes respecto de la aplicación del Código Procesal Penal y estas situaciones no estaban subsanadas a través de la práctica judicial, sin embargo, y ante la vocación incidentalista que llevaba el proceso, la Magistrada Elka Reyes llegó al punto de declarar “irresivibles” la cantidad de 6 recusaciones, en virtud de que el estado de prisión de los imputados debía ser definido dentro de ese plazo y era lo que guardaba prioridad en ese momento, lo que provocó un “erizo de mis emociones” frente a la valentía de la que era titular la digna magistrada, culminando la audiencia con la imposición de la prisión preventiva en contra de los 13 sujetos.
La seriedad y objetividad en su ejercicio, fue multiplicándose cada vez más, despertando el reconocimiento de toda la comunidad jurídica y visitantes al Palacio de Justicia de Ciudad Nueva. Y yo me pregunto: ¿Se hizo eco la prensa de esto?. ¿La magistrada ha pensado en su familia al momento de asumir con responsabilidad su función?. ¿Y por qué 9 años más tarde continuaba siendo una juez de instrucción y ahora la trasladan? ¿Existe dentro de la judicatura un verdadero respeto a los méritos dentro de la función judicial? En el momento en que la magistrada “se la jugaba”, ¿dónde estaban los príncipes de este país?.
Mientras que a la magistrada Rosanna Vásquez, sin menos o mayores méritos que la jueza Elka Reyes, la conocí en las mismas circunstancias, aplicando dignamente el conocimiento adquirido en las mejores causas dentro de sus funciones. Mujer preparada, amante de su familia, esposa ejemplar, valiente por demás, respetuosa y objetiva en una sala de audiencias, y como si esto fuera poco, mujer creyente y con temor de Dios, que sería lo primero en resaltar.
Entonces, frente a dos mujeres ejemplares dentro del sistema, ¿por qué es el Consejo Judicial que decide violar abiertamente la Ley y la Constitución, ejecutando estos traslados que dejan una estela negativa en una impronta de servicio envidiable? Síntomas del oscuro subdesarrollo!
La Ley de Carrera Judicial No. 327-98, en sus artículos 18 y 23, dejan formalmente definido en cuáles circunstancias pueden realizarse los traslados o ascensos de los jueces. A saber:
“Art. 18. Para los traslados y ascensos se tendrán en cuenta, rigurosamente, además de las condiciones exigidas por la Constitución, el mérito personal y la antigüedad en el ejercicio de la función en la categoría o grados inferiores, y, en igualdad de condiciones se preferirá al candidato de mayor edad.
Párrafo: Los traslados y los ascensos deben contar con la anuencia previa de los beneficiarios, aun en el caso previsto el numeral 2 del artículo 23 de esta ley”.
“Art. 23. Los jueces podrán ser trasladados provisional o definitivamente por la Suprema Corte de Justicia en los casos siguientes: 1. Por solicitarlo así el juez……; 2. Cuando lo considere útil la Suprema Corte de Justicia por resolución motivada que no deje lugar a duda de que no se trata de sanción.”
Entonces, queda claro que quienes han violentado la ley o los mismos principios del ejercicio de la función judicial no son las magistradas, han sido los miembros del Consejo del Poder Judicial quiénes lo han hecho, tal vez por presión o por sensibilidad social administrada por el Cardenal, sin embargo, deja un mal sabor para quienes se sacrifican de corazón en esta jungla de monos e hienas, ya que debilitan la lucha del abnegado y hunden aún más las instituciones en el subdesarrollo.
Distinguidas magistradas, la resolución de su traslado no fue motivada sin lugar a dudas como indica la ley, pero, ustedes no han perdido nada en su andar, ya que el tiempo de Dios no es el de los hombres. Vamos a dar Gracias por sus traslados, ya que el Altísimo se mueve de manera insospechada, esperando que sus luchas cobren fuerzas dentro de sus asociaciones, razón por la cual procedo a concluir “de pie” en su honor en la forma siguiente:
UNICO: “Todo hombre paga su grandeza con muchas pequeñeces, su victoria con muchas derrotas, su riqueza con múltiples quiebras”. Papini.
¡Continúen haciendo justicia al andar!